Desde que los catalanes Dorian sacaran a la luz su último disco, la velocidad del vacío, esperábamos con ansias la cita que nos llevara hasta su música.
A la llegada a la sala nos enterábamos de que era miércoles de futbol, motivo por el cual se llenaba tímidamente la Joy Eslava, mientras los jovencísimos BBBrunes cantaban sus temas directamente llegada de Paris. Sorprendía ver que los presentes coreaban en francés las letras que acompañaban a las rotundas melodías, y que los teloneros no pensaban dar menos de ellos mismos por el hecho de ser los primeros en actuar.
Con puntualidad salían a escena los componentes de Dorian, tomando cada uno su puesto como si la precisión de su lugar en el escenario dependiera todo el espectáculo.
La música de Dorian empezaba a fluir por nuestras venas. Nos llenábamos de “Placeres Efímeros”.
Con decisión Marc se comía las primeras filas, confesándonos que ellos habían tirado la tv hace tiempo y que agradecían enormemente que frente a la mayoría de un país, hubiésemos optado por dejar de lado un deporte retransmitido y la elección hubiese sido su Show. Nosotros también tiramos la tv hace tiempo, en momentos como este sobretodo, nos acordamos de la decisión tan acertada que es apagar la tv y salir a vivir la música.
Así los temas ya clásicos de Dorian se mezclaban con los que componen la Velocidad del Vacío en un ritmo frenético de danza y calor.
La sencillez de la puesta en escena del espectáculo de Dorian lleno de oscuridad contrasta con la psicodelia de su música. Por mucho que coreábamos a “Cualquier Otra Parte” ninguna nos hubiéramos sentido como allí. Ni siquiera cuando El temblor se apoderaba de la Sala y Marc nos decía que México les había conquistado y que todos deberíamos visitarlo.
Tiempo también para reivindicar la pequeña victoria de música indie en nuestro país, de la que ellos fueron pioneros.
Cuando volvían del bis nos regalaban 5 temas más. Pero eso no era lo espectacular del cierre del concierto, la banda al completo bajaba del escenario, desenchufados se mezclaban entre los presentes para tocar cara a cara con los que allí nos encontrábamos, eliminando así las barreras. La empatía fue obvia.
Así, Dorian cerraban la primera de sus citas en Madrid, con la sensación de que no sólo cada día que pasa son uno de los grupos más importantes de nuestro país, sino que ya han pasado a formar parte de la historia musical.