
Recorrer el camino hasta Sa Possessió escuchando el eco de nuestros propios pasos y con la luna como guía, anunciaba que el cambio de escenario para el concierto de Oso Leone, en realidad, lo hacía más íntimo y especial. Atravesábamos el umbral de la típica hacienda mallorquina, que ha sobrevivido a los días de esplendor y a los de decadencia, para convertirse en el perfecto espacio cultural cargado de encanto, y con una cerveza en la mano nos sentábamos en la oscuridad a esperar el comienzo de la cita.
Las recomendaciones que nos han guiado hasta Oso Leone han sido masivas y curiosas. Muchos músicos admiran ese talento natural que nace desde nuestro país y transgrede con lo establecido rompiendo las fronteras que les atan y llevándoles más allá. Por ese motivo, verles en su hábitat natural, enmarcados en un lugar fantástico y con la luz más tenue que os podáis imaginar hacía que un hormigueo se apoderase de nosotros. Por fin llegaba el momento esperado, nos sentábamos sobre el suelo de piedra y veíamos salir a la banda envueltos en una nube de humo, tocados con luces blancas sobre sus frentes simulaban una luna sobre cada una de las cabezas, y moviéndose al ritmo de su propia música llenaban el espacio restándole todo el protagonismo a la inmensa luna que nos coronaba.
El trabajo de Oso Leone es diferente a todo lo que puedas imaginar. No tienen referencias que podamos evocar y que os lleven rápidamente al concepto. Oso Leone hacen música ambiental, cargada de energía ascendente. Canciones que acaban en una locura instrumental potente, y que transmite la energía con la que tocan. Silencio sepulcral en Sa Possessió, y los protagonistas brillando, demostrando como debe ser un concierto.
Su juego de luces, sin duda, acompañaba por completo a aquello que tenían que expresar, y se regodeaban con sonrisas de complicidad; su disfrute, era nuestro disfrute. Hacían que esa primera experiencia en vivo fuese sencilla a la par que especial, e incluso hasta bailar nos pareciese algo secundario. Todas las canciones que lucen con orgullo nombres de plantas, se veían adornadas entre las verdes macetas del patio, y la campana que lo corona, parecía a punto de lazarse a sonar a ritmo de los PADS y las percusiones contundentes.
Con los ojos como platos y el corazón en un estado de agitación emocional inexplicable, vivíamos el final del concierto deseando con avidez que pronto se pronto se repita este encuentro, a sabiendas de que no volverá a ser lo mismo. Sinceramente, a veces, todos los factores hacen que un grupo toque algo dentro de ti en el primer encuentro con ellos, es el caso de Oso Leone con nosotros, será el escenario incomparable, será la cerveza, la compañía o tal vez las vacaciones, pero lo que es cierto, es que han llegado para quedarse entre nuestros favoritos.
Autor; Shara Sánchez