Madrid, ese lugar que se esconde bajo palabras como vorágine, epicentro, actividad eterna… ahí, en ese lugar del que procede el grueso de la población nacional y donde muchos otros se encuentran acogidos, no teníamos hasta hace unos años un festival del que sentirnos orgulloso. Un festival de esos a los que acudes y lo disfrutas tanto que sales diciendo: me compro la entrada para el año siguiente ahora mismo. Entonces, cuando nuestras vidas pedían a gritos una opción cultural de esas características, llegó el Tomavistas.
Su primera edición requería que luciésemos las mejores galas para recibir en el hipódromo a los grupos nacionales que conformaban su cartel. Dos años después, en el 2016, se trasladaba para su segunda edición al Parque Enrique Tierno Galván. ¡Qué entorno! Era digno de foto. Y eso hicimos todos, hacerle fotos y deleitarnos, reivindicando que cada rincón de Madrid es de aquel que lo quiera disfrutar con respeto.
La tercera edición vino pisando fuerte desde el principio. Nos llamaban animales de ciudad, porque nos volvemos locos con ese pedacito verde que nos hace respirar pero no podemos abandonar el asfalto que pateamos ni unos míseros km. Nos conquistaron a golpe de cartel y sobre todo de propuestas. Escenario Corona, sinónimo de enorme y Escenario Wegow, sinónimo de grande. En este festival no ha habido ni un grupo pequeño.
VIERNES
Otra vez el viernes corríamos desesperados montaña arriba para llegar a la entrada. Con nueva ubicación para acceder, nos dejaba unas vistas preciosas a un lado y al otro; parque y Planetario o una amalgama de colores y acero en forma de contenedores marítimos. Cogíamos aire, cruzar las puertas del recinto significaba no parar en todo el fin de semana. Estábamos listos.
Nuestra primera parada era para Quentin Gas y los Zíngaros. Entrar así, directos a la psicodelia de estos chicos fue el chute de fuerza que nos hacía falta para el viernes. Demostraron que cualquier hora es buena para hace música con sentimiento. Su impulso nos llevó hasta Los Nastys, que, con unas proyecciones maravillosas que emulaban los ocho bits, berrearon de lo lindo con la excusa del garaje.
El grupo que más nos apetecía conocer era sin duda The Big Moon. Un cuarteto de chicas procedentes de la escena británica con una juventud arrolladora que acaba de estrenar su primer largo. Su forma de comerse el escenario nos dejó impactados. Simpatía con ganas saltaba la barrera del idioma cuando se dirigían a nosotros, muy buena música y confirmación de que las escuchas que le hemos dado al álbum Love In The 4th Dimension se quedan cortas comparadas con su directo. Tintes muy rockeros y nuestras ganas infinitas de volver a verlas desplegando magnetismo por nuestro país.
El sonido ambiental y atmosférico de Schwartz daba paso a la monumental puesta en escena de Lori Meyers. Pantallas adicionales, increíbles proyecciones que acompasadas con la música creaban la combinación perfecta y la locura digna de ver del público. Quedó bien claro que Madrid esperaba con muchas ganas a los de Granada y que el anhelo de la banda por reencontrarse con la capital no era menor. Con gran sinceridad interpretaron los temas de su nuevo trabajo En La Espiral, intercalados con algunos de los más antiguos que, curiosamente, fueron los menos coreados.
Goldfrapp fue para nosotros, la motivación extra cuando el cansancio empezaba a hacernos mella. Alison salía al escenario cual diosa plateada envuelta en una dosis extra de humo blanco y sin parar un minuto demostró una entrega brutal. Los años de carrera a las espaldas de los ingleses se percibieron desde el primer momento y refutaron con su tiempo porque eran uno de los cabezas de este cartel.
SÁBADO
El sábado teníamos muy claro que a las 16h teníamos que estar al pie del escenario Wegow. Cala Vento son para nosotros uno de los grupos que más hemos disfrutado desde que los descubrimos, además les retábamos a que sus Historias de Bufanda se transformaran para la ocasión con un ¡Te jodes sin siesta! Y así fue. Un montón de incautos amantes de su música saltando, renunciando a la siesta, disfrutando de la vida y de su Power Pop. La puesta en escena sencilla de Aleix y Joan, guitarra y batería, demostró que sin grandes artificios se pueden hacer muy buenas canciones.
Alien Tango son sin duda el grupo más loco que hemos visto en nuestra vida, y hemos visto muchos… El cosmos de estos chicos tiene unos tintes muy “bowienianos” y se visten con lo más raro del ropero. Por todo ello, nos dejaron los ojos como platos. Gracias Javier Rosa por la recomendación.
Lo de Kokoshca, si nos lo cuentan y no lo creemos. Tras la primera canción y con una indisposición seria de su batería, que tuvo que ser evacuado en ambulancia, suspendieron el concierto. Suerte que quedó todo en un susto y está recuperado a día de hoy, además son el primer grupo confirmado de la edición próxima. Nos quedamos con muchas ganas de verles y esperamos encontrarnos muy pronto.
De ahí en adelante, encadenamos unos cuantos grupos que sentíamos como imprescindibles. Corona en mano bailábamos con Mourn las canciones de sus dos discos, son, sin lugar a dudas, uno de nuestros grupos favoritos. Su juventud y buen hacer van de la mano. EL sonido fue impecable a pesar de algún problema técnico sobre el escenario. GARRA, GENIO Y FIGURA son tres palabras que definen a esta banda que tiene una meteórica carrera por delante. Les despedimos con pena, un aplauso de esos que enrojecen las manos y colgándoles el cartel de “herederos del grunge”. Los Leones (León Benavente) dieron un show de esos en los que simplemente te quitas el sombrero y haces una reverencia, como ya es costumbre en ellos llegaron y vencieron con mucha energía. Tienen tablas más que de sobra y le dan al público lo que necesita en cada momento. La caída de la tarde la hicimos a ritmo de Ser Birgada.
De nuevo atmósferas y sonidos para perderse en ellos con Baywaves. Los británicos The Horrors son oscuros y profundos, hacen gala de ello sobre el escenario y supieron airear la bandera del post punk con orgullo. Fue un concierto preciso y medido al milímetro. Los fans acérrimos se intercalaban con muchos que era la primera vez que disfrutaban de su música y la división de opiniones se pudo palpar en el ambiente.
Temples, brillantes y compactos, nos dejaron un sabor de boca perfecto. Con un año de diferencia entre su anterior visita a Madrid y esta, notamos una progresión en escalada que deja ver como han impactado en ellos ese buen número de conciertos que ahora cargan espaldas. Psicodelia vestida con los trajes del armario de la abuela colocaron uno tras otro todos sus hits para triunfar. Para nosotros el cierre prefecto a una noche en la que los más atrevidos esperaron a Delorean y Suuns.
DOMINGO
El domingo, por más que corrimos, nos fue imposible movernos para llegar antes de Morgan. Nina tan recatada como siempre y con una amplia sonrisa nos dio el pistoletazo de salida al último día. Lo de esta banda es sinceramente de otro planeta, puede que algunos piensen que su música no está adaptada a festivales, pero son tan enérgicos y el derroche de buena música es tal, que aunque sus canciones no sean coreables en masa, es un placer cantarlas y bailarlas de forma individual. Para nosotros Morgan son el grupo revelación del 2016.
Jeremy Jay tiene un cierto toque al Manchester de los 90 a pesar de que su procedencia real ser EEUU. Sinceramente habríamos elegido para él otra hora del día, tal vez la ausencia de luz habría hecho que disfrutásemos más de su propia oscuridad.
Montefusco venía a presentar Meridiana y no tenía el más mínimo interés en mirar el reloj para ello. Cantó, habló, nos descubrió cosas tras las canciones y cuando su tiempo había finalizado se bajó del escenario, para terminar subido a una silla las canciones que quería tocar. Espectacular el silencio de la gente para disfrutar de esta maravilla en medio de un parque.
Fuckaine la liaron en toda regla. Saltos, provocación e ironía acompañaron a su música. Nada que ver con The New Raemon y McEnroe, tan intimistas y sensibles.
El siguiente grupo cayó por casualidad en el cartel, pues reemplazaban una baja de última hora y claro, nadie se esperaba que acabaran aclamados y con el escenario Wegow lleno hasta donde alcanzaba la vista. Espera… ¿hemos dicho nadie? Sí, nosotros sí podíamos esperarlo. Hace años que venimos siguiendo los pasos de Rufus T. Firefly y reivindicando que su música está entre lo mejor que se hace en nuestro país. Magnolia triunfó como viene haciendo desde que salió a la luz y los Rufus se hicieron otra muesca en la guitarra. Otra oportunidad de que el mundo les vea aprovechada hasta la médula.
Parafraseando a Luis Albert, llevas todo el fin de semana metido en el festival y llegan los L.A. a tocar el domingo a las 11. Tal cual. Con el cansancio subido a la chepa, disfrutamos como niños del último concierto del Tomavistas 2017 deseando que L.A. parasen definitivamente los relojes para poder quedarnos a vivir en este festival.
Ya están a la venta los abonos 2018… ¿te lo vas a perder? NOSOTROS, NO.