Niño y pistola son de esos grupos para minorías que sorprenden a la mayoría de las personas que les dedican una escucha. La grandeza de su música no reside en la psicodelia, ni en las guitarras, ambas presentes de manera rotunda, la grandeza de la música de estos gallegos reside en que exhalan una fe ciega en lo que hacen.
Con un disco en el que hablan de la tiranía, de la locura extrema, de no poder más, se han presentado en Madrid en dos ocasiones, pudiendo contar entre los presentes con alguna cara nueva, y con las más conocidas siguiendo fielmente a pie de escenario. Para esta cita la cuadrilla contaba con el respaldo del ciclo de La Boite, donde la música en vivo es la principal protagonista, pero mantenían, a excepción de las luces que suelen llevar, toda la escenografía imprescindible para recrear lo que iban a narrar.
Temas enlazados unos con otros, temas que cuentan una historia. La historia de un hombre con un arma. Un arma destinada a hacer justicia. Justicia necesaria en este caso. Dividiendo el concierto en varios bloques de larga duración, nos hablaban, nos relataban esa historia que han ambientado en la América de los años 20. Mientras en el pecho de Manolito lucia la estrella de Sheriff capaz de deslumbrar a todos los presentes. La estrella de una justicia irreal, pues en todo el concierto no llegamos a comprender quien era víctima o verdugo, ni si la justicia era justa al aplicarla.
Musicalmente sonando compactos, una banda sin divisiones en la que el Frontman guiaba los pasos del resto para poder hacer de la música el vehículo de las letras. Pasión por encima de los límites que lograba incluso que saltaran en pedazos las cuerdas de la Telecaster, sin que eso resultase un problema, pues el arma de sustitución estaba lista para dar un nuevo guitarrazo directo al pecho.
Con la mente plagada de imágenes que habían logrado recrear a través de su historia, abandonábamos en cadáver de Mr Doyle y las manos temblorosas de Tom, para volver al frío de las calles de Madrid, con la certeza de que el único acto justo había sido caminar hasta La Boite para ver a Niño y Pistola.
Autor; Shara Sánchez