Hoy era uno de esos días en los que pensaba que vivir es solo una pérdida de tiempo. Y entonces llegó ella. Y ellos, los chicos de Zaragoza Feliz Feliz (que con un nombre tan simpático cómo no van a ser grandes) y se les ocurrió hacer un concurso secreto para asistir a un concierto de la bonita chica con guitarra. Así, a lo largo del día, han ido dando pistas para averiguar el lugar del evento, del que solo conocíamos la hora. Sinceramente, yo no he pillado ni una (es que a mí lo de pensar… ya a finales de mes… y el resto del mes también… me da una pereza…), pero vamos, que gente que es más rápida sí lo ha hecho y han tenido la amabilidad de compartirlo en Twitter.
El escenario elegido era la tienda de restauración Mú. Espejos dorados que reflejaban sonrisas y caras de emoción, sillas vintage restauradas con mimo y todo tipo de adornos y curiosidades formaban el decorado de tan peculiar concierto.
A las ocho y media, la anfitriona armada con su guitarra ha empezado a propagar su magia. Porque lo que hace Ana Muñoz no es cantar, es encantar. La dulzura de su voz, la calidez de su forma de interpretar, el cariño que vibra en las cuerdas de su guitarra… todo eso se contagia y simple y llanamente, te hace sentir bien. Por no hablar de que tiene una melena que ya quisiera Jennifer Aniston, un tipo por el que matarían las modelos de Victoria Secret y es una de esas pocas personas que está elegante desde cualquier ángulo.
Y encima cocina bien. Porque nos ha comentado que había hecho unas pasticas con mucho amor y todos nos hemos abalanzado a probarlas. A ver, no es por hacer de menos la belleza de sus canciones, pero esas galletas hacían llorar de emoción. Así deberían ser todos los conciertos, zampando las cosas son incluso más bonitas.
En este ambiente idílico, bucólico y ansioso (porque las galletas se iban acabando y todos intentábamos acercarnos discretamente al plato), nos ha vuelto a conquistar con temas como “Complejo sideral”, “Falsas amigas” o su cariñoso “Generosa”. Nadie ha hablado, era evidente el respeto hacia una cantante que sin más armas que su guitarra y su delicadeza ha hecho de nuestra tarde un acontecimiento atómico.
No sé si a nadie le gusta ser ana… die. Lo que tengo muy claro es que a todos, a todos nos gusta Ana. Vale, lo confieso: nos gustan Ana y sus galletas, lo último que he hecho al salir ha sido robar tres para el camino y no me han durado ni hasta la esquina.
Autor: Marta Asensio.