Fue una noche entre semana de esas que hay que practicar. Como ya cantó Julio una vez, nuestra última cita con este canalla de látigo y pañuelo de seda, tenía lugar en la azotea del céntrico Hostal Hat un día laborable. Llegábamos madrugadores, pues no queríamos perdernos la luz del ocaso sobre la prueba de sonido. En una esquina y sin molestar contemplábamos el ir y venir de un sinfín de instrumentos que Julio preparaba sobre la esquina que hacía de improvisado escenario. Esta vez él compartía su micro y al escuchar por primera vez en vivo a Helena Goch nos quedábamos irremediablemente enamorados de su voz. Ya en la prueba veíamos que la mezcla de ambos es una de esas combinaciones que siempre pides para disfrutar.
El sol nos dejaba, tímido y daba paso a la oscuridad. Pequeñas bombillas surcaban de lado a lado la azotea y el ascensor comenzaba a subir con los primeros asistentes. Hay que reconocer que buscar un espacio singular, cerca del cielo, para dar un concierto, es algo que Madrid pedía a gritos y quien mejor que Live The Roof, que lleva años haciéndolo en otras ciudades, para darle forma también en la capital.
Como buen caballero, el turno era primero para Helena, que cogía una guitarra y la envolvía con su voz. Con una dulzura inusual en medio del bullicio metropolitano, ponía una suave pausa al frenético ir y venir que tenía lugar a escasos metros por debajo de donde nos encontrábamos. En apenas dos canciones nos tenía completamente atónitos y deseando escuchar más de esa música melódica que apenas nos mostró.
Ella, con una sonrisa y una canción de voces entremezcladas le dejaba el turno a Julio. Los Pequeños Trastornos que tantas veces nos han acompañado, tomaban forma a través de la voz de su creador. Entre maldiciones gitanas y martes de cansancio, mentiras y hartura, el talento del jerezano se enredaba entre nosotros. El respeto de todos los asistentes por la música era tal, que los coros y los impulsos irrefrenables que teníamos de demostrar que los trastornos a veces son comunes, solo se expresaban a través de movimientos de labios.
Desgraciadamente una señora de las que se alojaban en el Hat, decidió tener su momento de gloria eclipsando la música y el respeto de todos los asistentes. Subió para pedir no demasiado amablemente que cesara el concierto, a lo que Julio decidió no hacer caso. Terminó de tocar dos canciones más, saltándose las normas y demostrando que el loop de varios sonidos pequeños pueden hacer perfecto hasta un corazón lleno de escombros. Un nuevo encuentro con el señor De La Rosa, conocer por primera vez a Helena Goch, una noche maravillosa, Live The Roof podéis volvernos a buscar cuando queráis. Iremos encantados.
Autor; Shara Sánchez