Nuestro día a día es una vorágine de conciertos, música en directo, propuestas nuevas y de siempre, entre las que algunas logran habitar en nuestro corazón para girar en bucle y acompañar nuestros sentimientos. Por eso, que Alejandro y su banda, a los que todos conocemos como Cooper, nos sorprendiesen con su Gira del Aperitivo, ya era un gran tanto en su haber. Pero no solo lograban dejarnos boquiabiertos planeando una gira de lado a lado del país los días y a las horas en las que solemos estar de “caña y tapa” por algún bar de los de toda la vida, añadían a su gran apuesta que las entradas solo podían adquirirse de forma física. Parece que no ha pasado demasiado tiempo desde que las entradas a los conciertos se compraban después de un paseo hasta la tienda, donde los que estaban detrás del mostrador llegaban incluso a compartir el concierto a tu lado, pero olvidarnos de las plataformas de compra online era todo un reto. Con todas estas atípicas condiciones, Cooper colgaban el brillante cartel de Sold Out en la parada madrileña de su Gira del Aperitivo apta para todos los públicos.
Llegábamos puntuales al Rock Palace y la primera persona con la que nos cruzábamos parecía saber bien lo importantes que eran esos tickets para nosotros. No los cortaba ni rompía, tan solo los marcaba con un sello. Nos ofrecía que tomásemos una Mirinda con la consumición que nos regalaba y nos abría la puerta con amabilidad. Dentro nos esperaba un público de lo más variopinto: padres, niños, jóvenes… todos unidos por el Pop. Esta propuesta no solo se basaba en la música, ha sido capaz de demostrar que los conciertos también son un buen lugar en el que educar a los más pequeños. Atentos, con la boca abierta, miraban embelesados como la banda se subía al escenario y se hacía con sus instrumentos.
El universo de Cooper empezaba a brillar, sin tregua, con las gafas de las grandes ocasiones y sus canciones más bellas. Encendidos, compactos, con los movimientos bien estudiados y sobre todo con muchas ganas de ser escuchados, nos cantaban, tocaban y mostraban que la buena música no solo es apta para todos los públicos, sino también para todos los horarios. Maduradas canciones que les han acompañado durante años, hilvanadas con nuevos temas llenos de azar en los que el dólar es capaz de aportar aquello que parece que nada más consigue. Todo ello con la experiencia y la garra de una banda que sabe perfectamente encajar su música en cualquier situación y escenario.
Bailes entre girasoles imaginarios, plazas de pueblo improvisadas pero sobre todo la certeza de que la apuesta de Alejandro había salido ganadora en este juego nuevo y diferente. Retumbando en nuestras cabezas las chispeantes nuevas melodías que nos dejaron entrever, para decir un “hasta pronto”, pues lo nuevo de Cooper no ha hecho más que empezar a salir a pasear.
Ojalá muchos adultos aprendiesen del silencio, atención y respeto de la primera fila de este concierto. A veces lo menudo, es grande.
Autor; Shara Sánchez.