Cuando caminas por Williamsburg te das cuenta de que el arte, en su forma más urbana, ha echado raíces en el barrio para quedarse a vivir en sus calles. Con diferencia su estilo de vida cosmopolita y lleno de culturas, es más inspirador que ningún otro en el mundo.
La mezcla de ese lugar con nuestro castizo barrio de Malasaña , ha dotado a Carlos y Lua, el alma de Gold Lake, de una preciosa experiencia que se refleja su disco Years.
Ahora inmersos en la composición de su segundo trabajo, pasan una corta temporada en casa, en Madrid, para a su regreso dar vida a un nuevo disco.
Nosotros, quisimos robarles un rato en su “piso franco”, Madkyn, para preguntarles a cerca de sus creaciones, las atmósferas y las raíces.
LBM – ¿Qué cosas aprendemos con los años que no aprendemos de otro modo?
Lua – Indudablemente la propia vida. Tropezándonos, cayendo, volviendo a levantar… generamos experiencias maravillosas, que nos hacen como somos.
Carlos – A nivel musical por ejemplo, se aprende a no repetirse. Para mí es la clave. Bowie solía decir que cuando estás haciendo algo creativo tienes que sentir que estás en el mar, adentrándote en él, cuanto más profundo, mejor. Cuando más incómodo estés, en ese momento, es cuando tienes que empezar a crear.
LBM -¿Caminar por las orillas de Gold Lake nos puede hacer querer más?
Carlos – Debería. Desde mi punto de vista, nuestras canciones no llegan a la gente en una primera escucha. Por eso, pensamos que con nuestra música, siempre la gente se queda con ganas de más.
LBM – ¿Recordar de dónde venimos nos ayuda a saber dónde queremos ir?
Lua – No olvidar de dónde vienes es importantísimo. Debe ser una premisa que las cosas que has hecho antes, hayan sentado las bases de lo que haces y harás. Siempre hay que partir de algún lugar y siempre debes recordar de donde partiste.
LBM – ¿Qué debe tener una atmósfera para que sea habitable en términos Gold Lake?
Ambos – Risas
Carlos – Que tenga profundidad y no sea muy simple. Una atmosfera que provoque ganas de soñar y que tenga riesgo.
Lua – Sí, atmosfera variable.
LBM – ¿Cómo se ve de grande el océano dentro de la canción de tu amante?
Lua – Enorme. Con muchas cosas, muy denso, pero en el buen sentido… con capas, cosas que investigar, que conocer y aprender.
LBM – ¿A qué lado del Atlántico tenéis más amantes?
Lua – Musicalmente siempre hemos tirado hacia el lado anglosajón, hacía el americano… El amante familiar, el de tu cultura, pues está sin duda aquí. Esa mezcla es, probablemente, lo que nos hizo marcharnos a Brooklyn. De esa forma queríamos investigar sobre la música.
Carlos – Nos hemos dado cuenta de que se ha abierto mucho el mundo de la música desde que nos fuimos. A veces, vienen grupos españoles a salas pequeñas de Brooklyn y a los americanos les hace gracia que canten en castellano. Ellos esperan simplemente que lo que hagas sea algo arriesgado, diferente, en definitiva una propuesta interesante. Eso también ha empezado a pasar en España y sin duda, hace que la música se expanda y se eliminen algunas etiquetas.
«No olvidar de dónde vienes es importantísimo. Debe ser una premisa que las cosas que has hecho antes, hayan sentado las bases de lo que haces y harás. Siempre hay que partir de algún lugar y siempre debes recordar de donde partiste» - Lua -
LBM – Está claro que sois licenciados en geografía así que decidnos ¿cómo y dónde viaja la inspiración?
Carlos – Nuestro segundo disco, que está “cocinándose”, lo hemos escrito en Brooklyn, en Los Ángeles, en Madrid y en Alcossebre. Vamos con nuestro laptop, guitarra y teclado a todas partes y así podemos seguir trabajando allá donde estemos. Alquilamos unos meses una casita en Los Ángeles, que es una ciudad alucinante, el frío de Brooklyn, el Mediterráneo maravilloso y Madrid que es nuestra casa.
Lua – La verdad es que hemos comprobado que se puede encontrar igual la inspiración en Brooklyn a -20 grados, que en Alcossebre a 30.
Carlos – El clima influye muchísimo a la hora de componer. Hace poco descubrí una lista de reproducción del Pacific Nort West, de los grupos de Seatle de la escena de los 90, no solo los más escuchados y conocidos, sino de muchos grupos que nunca despuntaron y con ellos te das cuenta de que su música suena muy parecida entre sí. En Washington pasa igual, durante nevadas potentísimas se hace la música más luminosa de los grupos de la zona. Nosotros aprovechamos los -20grados para sacar un buen filón creativo.
LBM – ¿Ecos del pasado o Ecos del futuro?
Carlos – Del futuro cuando hablamos de planes de vida.
Lua – Una mezcla no nostálgica de ambos.
LBM – Nos parece que YEARS destaca por un color luminoso y melancólico al mismo tiempo ¿de dónde os llega esa luz y qué hacemos con la melancolía?
Lua – En el fondo, al estar componiendo en el frío gélido de NY, los colores estaban mucho más luminosos en la cabeza. También la melancolía del clima influye. Tiene el mismo toque de ambas cosas.
Carlos – En NY caminamos muchísimo. A diario cruzábamos el puente de Williamsburg para llegar a Manhattan, siempre de noche o con la puesta de sol. Esos colores, el cielo rojo tan característico de la ciudad. Esos son los colores que se reflejan en Years.
Lua – Nunca te cansas de ver las puestas de sol en NY.
LBM – La pregunta John Connor: Tu yo del futuro viaja al pasado para darte dos consejos: ¿cuáles serían?
Lua – Cuando nos fuimos a NY tuve una apertura brutal de mi mente, veíamos a grupos pequeños en salas y eso me hizo descubrir una creatividad oculta dentro de mí. Me gustaría haberme abierto antes.
Carlos – Yo me habría ido antes a NY. Somos muy familiares y echamos mucho de menos a los nuestros cuando estamos allí, pero sí que es cierto que en España todo sigue estando cuando volvemos y la experiencia allí nos he enriquecido brutalmente.