La tendencia de la música actual es que son muy pocos los que cultivan la asistencia a las salas. Nuestro país ha demostrado que no hay inquietud por preservar ese pequeño reducto de melómanos, que debería ser como un santuario, al que acuden los que aman de verdad escuchar a las bandas en su estado más puro. En medio del sin sentido en el que el público consume música en lugar de disfrutarla, la labor de ciclos como el Winter Indie City segoviano se ha convertido en un valor demasiado escaso y precioso a su vez.
Tras el mazazo que supuso el cierre de la sala Beat Club, centro de operaciones del WIC en Segovia, Víctor Sanz, director del proyecto, ha seguido haciendo de la ciudad castellana una parada obligada en las giras de muchas bandas nacionales e internacionales, fomentando con sus programaciones que los asistentes disfruten de bandas consagradas y con el valor de la misma entrada puedan descubrir muchas otras que se encuentra aún bajo el radar. El espacio cultural de La Cárcel ha vuelto a albergar una de las citas más interesantes de este mes de enero, siendo el enclave del WIC y facilitando que con una única entrada pudiésemos disfrutar de los conciertos de Basanta (viernes) y Rufus T. Firefly (sábado).
VIERNES
El rito ocultista de Basanta nos tiene totalmente captados. Mucho antes de que su primer largo, Colorama, viese la luz en el 2018 ya nos habíamos rendido a su maravillosa manera de manejar música, puesta en escena y creencias que con Maqueta Nº1 nos convirtió en parte de la legión de adoradores de esta banda de Vigo. Hemos esperado pacientemente para poder disfrutar del directo de Colorama y la sala Julio Michel nos abría sus puertas, endulzando previamente nuestra llegada, para una noche maravillosa y a la altura de todas nuestras expectativas.
Tras las máscaras y con todo el ritual desplegado, los componentes de Basanta salían a escena afirmando que era su primera vez tanto en una cárcel como en una sala teatro. En absoluto silencio y con un respeto digno de admiración, abonados y asistentes espontáneos se rindieron al inclasificable espectáculo. Basanta no solo tiene una calidad musical que te deja anonadado, también poseen algo hipnótico que te obliga a estar pendiente su presencia sobre el escenario.
No sabemos si el mismo Cobain nos abrió las puertas, lo que es seguro es que el calor del infierno se apoderó de nuestras manos, pues no nos cansamos de aplaudir todos y cada uno de sus movimientos. A falta de la Santa que por razones de fuerza mayor tuvo que ser sustituida por Mercurio, los componentes de Basanta nos ungieron con su dogma uno por uno y a conciencia, llevándose de Segovia las ovaciones sinceras de un público entregado.
SÁBADO Después de la fabulosa noche del viernes y todavía afirmando a modo de mantra que “la tierra no es nuestra, que somos nosotros los que somos de ella”, cambiábamos el tercio y nos dejábamos arrastrar al universo de color que imbuye los dos últimos discos de Rufus T. Firefly.
Se abrían las puertas y en pocos minutos todas las butacas se llenaban de expectantes asistentes que esperaban encontrarse con el final de esta gira Magnolia-Loto que va a tener a los de Aranjuez haciendo kms cada semana. Pocas son las ciudades que se han quedado sin su fecha pero algunas de las citas se han convertido en más especiales si cabe, por formar parte de aquellos lugares que acogieron a los Rufus antes de que se convirtiesen en el grupo de masas que son actualmente. Segovia fue uno de esos lugares.
El aullido del viento se hacía canción y Tsukamori daba el inicio entre humo y luces. Con su habitual forma de desgarrar almas las canciones de esos dos discos, que según ellos tanto les han proporcionado, desfilaron con fuerza a través de las butacas que ataban al público. Igual que la noche previa el respetuoso silencio solo se rompía con los ensordecedores aplausos. Dentro del diente de león volvíamos a dibujar junto a ellos todas las letras, guitarras y golpes graves, firmando cada canción con la emoción compartida. Puede que ese sea uno de los mayores talentos de Rufus, el haber sellado como suyo el latido de muchos corazones al unísono.
Pocas palabas entre los destellos pero todas ellas cargadas de agradecimiento hacia la labor de Víctor Sanz y del Winter Indie City como reducto de la música en directo y es que de trabajar para sacar lo máximo de las oportunidades los Rufus saben bastante.
Tras hora y media se cerraba el Magnolia-Loto show con toda la sala al completo en pie y con las manos alzadas en un aplauso que estamos seguros resonó en toda Segovia. Gracias WIC, seguir creyendo en la música no es tarea fácil pero hacer creyentes hasta a los más escépticos es de tener súper poderes.
Autor: Shara Sánchez
Fotos: Carlos Toe