La segunda jornada del Tomavistas se presentaba intensa; volvíamos al recinto madrugadores, prácticamente a su apertura, puesto que no queríamos perdernos a los Bum Motion Club. La banda de Aranjuez ya nos ha demostrado, tanto con su primer EP, como con su primer largo, Claridad y Laureles, que tienen un futuro brillante por delante. Conciertos arrolladores como los que tuvieron lugar en la madrileña sala El Sol no hacen más que afianzarles en la escena patria y reafirman el hecho de que es una banda a la que no debes dejar pasar. Nos colocábamos frente al escenario con muchísimas ganas y, pese a los problemas técnicos que lograron solventar con éxito, les damos un 10 en nuestra cartulina festivalera. Dejaron muy claro en su tiempo sobre el escenario que si les habían dado las llaves del festival, como ellos mismos argumentaron, había un motivo de peso detrás.
Nuestra más sincera recomendación es que si te cruzas con su directo no dejes pasar la oportunidad. La segunda hora de la tarde se repartía entre dos bandas a las que queríamos ver: Hurray For The Riff Raff y Derby Motoreta Burrito Cachimba. Pensábamos que seríamos capaces de dividirnos la mitad del tiempo en cada concierto, pero caímos en las redes del “canallismo” y los Derby Motoreta nos abdujeron sin remedio. En un concierto sin tregua en el que a modo de chamán Dandy Piraña nos fue guiando, conseguimos alcanzar el desenfreno. El público del Tomavistas se volcó por completo con la banda y sinceramente olvidamos el reloj para hacer el cambio de escenario tal como habíamos planeado. De ahí corriendo para disfrutar una vez más de Belle and Sebastian. La banda de Glasgow se ha convertido a través de los años en una de nuestras imprescindibles. Discos, película y conciertos… todo lo que tocan es para nosotros digno de interés ya que nos parece que rezuma clase y buen gusto. No fue menos este concierto donde estuvieron acertados, cercanos y directos. El toque final lo puso Stuart, cual funambulista subido a las vallas anti-vuelco que le separaban del público, donde logró alzarse vencedor de la tarde. Seguiremos teniendo siempre a los Belle and Sebastian en nuestra BSO y por supuesto, seguiremos a sus pies siempre que quieran proponernos citas musicales.
Llegaba la hora de Los Estanques. Calidad musical a raudales y un disco tan recién estrenado que todavía rezumaba el olor a esos temas no interpretados con anterioridad. Invitado de excepción, George Michael en formato cartón, que luego se lanzó al público y acabó estropeándonos parte de la actuación de Jesus and Mary Chain. Otra vez Tomavistas repetía con Jesus and Mary Chain y otra vez la distorsión y el rock oscuro de los escoceses se cernía sobre el Festival. Esta vez con menos amplis, pero con la misma potencia desgarradora. Tenemos que reconocer que no son una de esas bandas imprescindibles para nuestro día a día, pero siempre que les vemos son capaces de desplegar un magnetismo hipnótico que les hace completamente únicos. Nuestras alabanzas también para sus bien llevados años.
Pero si había una banda que nos había conquistado por completo en el cartel de este Tomavistas, era Phoenix. Los franceses son uno de nuestros favoritos y ya pudimos comprobar en pasadas ocasiones, como en las Noches del Botánico hace seis años, que su directo hace honor a sus discos. Cerraban el festival, muchos habían decido dejar el recinto y otros tantos llevaban tal tasa de alcohol encima que era incluso complicado estar entre la muchedumbre pero nada iba a impedir que Phoenix se llevara hasta nuestro último aliento festivalero. Empezaron fuerte, Lisztomania como primer hit lanzado al corazón y de ahí sin descanso. Versalles tomaba Madrid y lo hacía sin tregua. Estaba claro que los Phoenix no venían a medias tintas. Tras un buen número de citas americanas les quedaba de sobra para nosotros.
La cabeza de Thomas Mars decapitada se alzaba ante los presentes y si has visto Lo que hacemos en las sombras, seguro que no podrás evitar la carcajada ante esto. Nosotros, por nuestra parte, casi nos ahogamos de la risa.
Todo su tiempo sobre el escenario lo pasaban enmarcados en el imponente despliegue visual pero el colofón final llegaba cuando Thomas se quitaba la camisa, la colgaba en el micro y bajaba hasta el público donde llevado en volandas de un lado a otro se coronaba junto a su banda como el máximo rey de la noche. Sin duda Phoenix son esa banda que siempre te hace sentir bien, que comparte la alegría de vivir y que desde luego, sabe cerrar un festival por todo lo alto.
Entre caras de éxtasis, un poquito de cansancio y la sonrisa de oreja a oreja por ver que todo había ido bien, nos marchábamos del recinto con buen sabor de boca. El Tomavistas tiene esa cualidad innata de mimar la música, de mimar a los asistentes y de hacer las cosas bien. No importa el recinto, no importa el cartel (aunque siempre importe y siempre lo confeccionen con meticulosidad)… este festival nace, vive y se reproduce solo y exclusivamente para ti.
Hasta el próximo año.
Redactado por: Shara Sánchez
Foto: Carlos Toe