Si hay un ser delicado en el panorama de la música de nuestro país, por excelencia, ese ser es Anni B Sweet. Otra vez Son Estrella Galicia lograba que dejáramos todo lo demás para volver a la solemnidad del Teatro Lara, y así pasar la noche en un marco que va perfecto para Anni.
Bajo el fresco que adorna el techo del Teatro, con los terciopelos rojos de las barandillas de las plantas superiores, el dorado y prolijo ornamento que descansa sobre el escenario, y al son de la campana que marca el inicio del espectáculo, empezaba la noche madrileña de la señorita más dulce.
Sola, con su guitarra y su voz, llenaba cada rincón del teatro, poniendo desde el primer momento el vello de punta y el sentimiento más eléctrico que nunca. Nos brindaba su primer tema, sin apenas darnos cuenta de que estábamos contemplando a una sola persona dejar sin habla a un teatro a rebosar.
Cuando Anni presentaba a la banda que la acompaña, he de decir que cargada de grandes músicos, como David el indio, de Vetusta Morla, parecía que la importancia de la música que iba a acompañar, su voz, su guitarra y sus nervios iba a estar sin duda a la altura de lo que de sobra ella ya nos ha demostrado que vale.
Nos iba ganando a cada minuto que avanzaba la noche, con un repertorio que abarcaba temas de sus inicios, temas nuevos, y hasta la versión de Religión de los Lory Meyers, que sin duda toma un nuevo color en su voz.
Manuel Cabezalí de Havalina, ponía su toque particular en Hole in my room, y Guille Galván de Vetusta Morla lo hacía en Land. Ambos dando un soplo de aire fresco a los nervios que Anni no paraba de decir que la invadían, a pesar de estar poniendo un broche bien lindo a la noche.
Con bromas de “¿qué pasa si no terminamos el concierto? somos muchos, ehh” amenazando de forma cariñosa a la organización, se ponía a los pies de los que en el Lara nos encontrábamos pidiendo que fuésemos los que determinásemos la siguiente canción que tocara.
Así llegábamos al fin de una noche, en la que la señorita de la voz dulce, nos deleitaba con su Take on me, y hablando del amor que empieza y termina, gracias a la dedicatoria que le había pedido una pareja del público el Teatro Lara brillaba, bajo sus Shiny days .
Mientras abandonaba el vestíbulo y salía a la calle, pensaba, otra noche de fórmula perfecta en el Lara, que bien sientan las cosas bien hechas.