Sábado noche de una semana muy larga, pero la irresistible cita que nos proponía Black Elephant no podía ser ignorada. Así, con cuatro conciertos a nuestras espaldas en esta semana, nos acercábamos hasta la Taboo, desafiando a la turba que estos días se pasea por Malasaña.
Una vez dentro de la sala, nos encontrábamos un panorama bien diferente, abrazos y reencuentro con músicos antes de que diera comienzo el concierto, un ambiente impecable y buenas canciones para bailar la espera. Firmábamos aquello que repetimos de forma incasable: la música nos salvará.
The Crab Apples desplegaban estilo y juventud para dar comienzo a la noche. Cuatro jovencísimos músicos nos daban una auténtica lección de actitud sobre el escenario bordando canciones de rock con sensualidad y garra. El placer de descubrir a una banda de estas características, que provienen de un pequeño pueblo de Cataluña, nos mantuvo completamente atentos. Con apenas un disco y un Ep- fanzine, este último ha sido el que les ha hecho decantarse por completo para usar el inglés y no el catalán y así dar rienda suelta a sus canciones. Nos parecían bien invertidas las siete horas que nos contaban habían pasado metidos en un autobús para llegar hasta nuestra ciudad, pues con ellas nos habían dado a todos los presentes un buen ejemplo de tenacidad y ganas. Es un hecho que a partir de ahora, nos mantendremos a la espera para no perdernos ni uno solo de los pasos que vayan dando.
La nueva formación de Penny Necklace se subía al escenario para aprovechar hasta el último de los segundos de su show. Soplaban velas, el disco fanzine del que fuimos mecenas estaba de aniversario, y la constancia de Odette por hacer grande las canciones que lo componen, volvía a lucirse. Efectos especiales llenaban nuestros oídos, letras llenas de erotismo y directas al pecho nos hechizaban de forma mágica, como mantras de placer. Repetíamos en forma de coros nuestras frases favoritas, esas que hemos grabado como si las hubiéramos escrito nosotros mismos.
La combinación que han creado entre Laia, Pablo y Odette, ha dado una nueva vuelta al disco y en directo han logrado darle forma a través de su propio estilo. Aunque para recordarnos otros tiempos, Diana, que fue parte fundamental de la grabación, se subía al escenario y cantaba a dos voces Oscuras Golondrinas, dejándonos a todos mudos ante tanta belleza.
El momento del climax llegaba sin duda al final de la noche, cuando Purpurina y Aranda nos ponían a bailar. El frío de diciembre quedaba bien lejos y todos saltábamos desenfrenados. Ambas canciones son capaces de llevar a todos los que se dejen a un estado de felicidad absoluta, eliminando todos los bloqueos. Puede que al fin y al cabo seamos capaces de quitarnos el luto para bailar y soñar despiertos sin miedo a caernos.
Autor; Shara Sánchez
Fotos; Toe