Normalmente cuando alguien ve una película de Tarantino forja una opinión propia sobre lo que el director quiere decir sobre ella, la hace suya, y la vive como ha de ser; de forma intensa. Pero si hay algo en lo que coinciden todos los espectadores que han elegido al director de Tennessee, es que la música que acompaña a las imágenes, casi siempre impactantes y capaces de quedar grabadas de forma indefinida en nuestra retina, es sublime.
Puede que por eso, la puesta en escena de las BSO de Tarantino, de la mano de un gran número de grupos de actualidad de nuestro país, fuese un gancho irresistible para contribuir a la causa de Mozambique Sur.
Sala Galileo Galilei, miércoles frío y lluvioso, la sala oscura, y con un murmullo incesante nos recibía. Tomábamos posiciones para no perder detalle, como maestro de ceremonias Ángel Carmona, y su inseparable Arturo. J. Paniagua, nos llevaban a las entrañas de las películas más rabiosas.
Hay maneras y maneras de que te llamen Maldito Bastardo, y una de las más dulces, sin duda, es que Dan Hammond caliente la noche con un tema instrumental, encogiéndote el alma, y disparando todos los sentidos. La noche empezaba con un buen derechazo, y de ahí a cortarnos una oreja, o un dedo por un encendedor, había poca distancia.
Muchos fueron los grupos que desfilaron la noche del miércoles por el escenario de la Sala Galileo, y sin duda todos y cada uno de ellos pusieron lo mejor de sí mismos para una buena causa. La sensual voz de Maryan Frutos de Kuve llegaba aterciopelada. El brillo inigualable de Sala And The Strange Sounds, que hicieron bailar a los encorsetados, y algo charlatanes, asistentes de los reservados en primera línea.
Dinero, no podían haber elegido mejor tema. Stuck in the middle with you, de Reservoir Dogs encajaba a la perfección en la voz e instrumentos del grupo, con garra y empeño nos transportaron al film e hicieron que un escalofrío nos recorriera.
Rufus T Firefly, la banda de las bellas damas en los sonidos graves, tomaban el tema Bang Bang para transformarlo en un desgarrador movimiento de guitarra que sustituía a la Katana de Uma Thurman. La versión era tan suya, que le dieron la vuelta por completo y la duración del final del tema se convirtió en la parte más importante. Sin dejar nada al azar los componentes de este proyecto musical nos demostraban que podían vivir a Tarantino sobre el escenario sin necesidad de calzarse el mono amarillo. En la manera de cantar de Vic, algo nos decía que ha pasado muchas horas frente a frente con Quentin.
Y si días antes, charlando con Edu, de Pasajero, nos habíamos negado a saber el tema que los madrileños habían elegido para este evento, no podíamos esperar más a que aparecieran en escena. Lo hacían acompañados de sus amigos de Calocando. Flamenco y rock se fusionaban en una más que reverenciable versión de Malagueña Salerosa. Dejaban sin habla. Las palmas llenaban el escenario, la sala y hasta los rincones de Chamberí. Se llevaban el Oscar de la noche, pues no podían haberlo hecho mejor, ni más fresco. Original hasta límites inimaginables.
Dejaban paso a Django de la mano de Miss Caffeina, que despedían la noche. Así salíamos del cine… perdón del concierto, con las manos rojas de aplaudir y empapados de la versatilidad de los grupos que por allí habían pasado.