Hace unos meses, con la presentación del disco “Ejazz con Jota” de Carmen París, nos declaramos groupies oficiales. Este fin de semana hemos renovado votos con su representación de Carmen Lanuit en el magnífico Teatro de las Esquinas de Zaragoza.
Antes de nada, quiero hacer una aclaración: esta enormérrima cantante y mejor persona no tiene secuestrado a mi perro ni me está extorsionando de ninguna otra forma. Así que todos los elogios aquí vertidos son no solo porque los siento, sino porque además creo necesario reflejarlos. Dicho esto, vamos al tema.
Carmen Lanuit se estrenó por primera vez en 1991 y cosechó éxitos a lo largo de toda España. Por aquel entonces no pude ir a verla, no por falta de ganas sino de tiempo. Cuando digo tiempo me refiero a los dos años que a partir de entonces tardé en nacer. De todas formas, no existir no es excusa para perderse semejante espectáculo, así que esta vez lo he compensado.
De las tres sesiones: viernes, sábado y domingo, en principio iba a asistir a la del sábado. El día previo al estreno me ofrecieron ir a la primera función y decidí hacer doblete. Y tras la segunda noche, cuando me vi otra vez con las manos rojas de tanto aplaudir, los pelos de punta y los ojos empañados de la emoción, recordé una célebre frase del maestro Yoda: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Yo si hago las cosas, las hago bien, no las dejo a mitad. Y así decidí no perderme ni una de las representaciones de la obra.
El musical cuenta la historia de una artista imaginaria, Carmen Lanuit. Acompañada por Coco Fernández al piano y por Joaquín Murillo al saxo, y guiándonos con su voz y sus recuerdos, nos va contando su historia: de Zaragoza a Madrid, de Madrid a París, Nueva York, Argentina… hasta la última noche en el Oasis. Todo envuelto en el característico ambiente de cabaret de esa sala zaragozana y con un vestuario brillante que haría que Madonna muriese de envidia.
Con la gran obra de Alfonso Plou y la intensa forma de interpretar de Carmen, era fácil prever el éxito que ha hecho que todas las noches el teatro se llene y la gente solo tenga palabras de admiración.
La música que lo compone es un homenaje a las artistas del siglo XX y toma forma de copla, cuplé, bolero, paso doble, jota, tango, rumba latina y muchos más. Nada se resiste a la potente y precisa voz de Carmen París.
Y si la jotera ya epata al cantar, al ver que a la vez baila y actúa como si fuese la creadora de ambas artes, no puedes evitar preguntarte: “Cuando repartieron los talentos, ¿cuántas veces se puso a la cola esta mujer? ” Se adapta como nadie, no hay acento que se le resista: un minuto nos canta en la lengua de Shakespeare y al siguiente su voz nos hace creer que se crió en el país del que es capital (París, Francia, por si os pillo descentraos…), y así con varios idiomas más. La actuación es impecable en todos los niveles.
Y no solo es cuestión de aptitudes, también se ven sobre el escenario las horas de trabajo, la perseverancia y las ganas de hacer las cosas bien que tienen esta artista y todo su equipo. Posee el don de transmitir su pasión a todo el que decide acompañarla, disfruta de lo que hace y es capaz de contagiar esa sensación.
Pero no solo esa: también sentimos la nostalgia de una vida en libertad, la melancolía de una ciudad en blanco y negro y por supuesto la ironía. No todo va a ser tristeza: tanto en forma de canción como de monólogo, las risas están garantizadas. El sentido del humor es algo que Carmen siempre lleva por bandera.
Podría contaros mucho más, pero es más sencillo invitaros a disfrutar de Carmen Lanuit si tenéis ocasión. Ya sea en su querido barrio del Gancho o en algún elegante teatro de Madrid, si la París decide ofrecer su alma en forma de musical, aprovechad la ocasión. Sea donde sea, lo único que tenemos claro es que haremos un huequito para plantar nuestra butaca e invitaros a sentaros con nosotros (en sentido figurado, claro; por muy buena que sea Carmen tampoco hay necesidad de morir aplastados).
Definitivamente no hay ningún plan mejor que pasar una noche en París (bueno, sí lo hay: pasar tres noches).
Autor: Marta Asensio