No es por presumir, pero en épocas de selectividad os comento que saqué sobresaliente en todas las asignaturas de letras. Así que soy perfectamente consciente de que “enorme” ya es un adjetivo en grado superlativo, por lo tanto no se puede aumentar añadiéndole ningún sufijo. Y entonces, el fantástico calificativo de “enormérrimo” no existe. Pero no puedo definir a Carmen París con una palabra que ya haya usado para describir cualquier otra cosa mundana. Por tanto, me reitero: La París es más enormérrima que la capital que lleva su apellido.
En 2008 fui a la gala de los Premios de la Música Aragonesa. De todos los nominados, solo conocía a Amaral y a Bunbury, el resto no me sonaban de nada (perdonad mi incultura musical, es que por aquel entonces tenía 15 añitos, ¡qué tiempos aquellos, cuando la juventud aún corría por mis venas!). El caso es que mi sorpresa fue mayúscula cuando a ambos les quitó el premio de “Mayor difusión del panorama musical aragonés” una tal Carmen París. Aquella noche, la pseudo jotera (porque recordemos que Jotera lo serás tú) arrasó. Dijeron que iba a tocar dos temas de su último disco. “Lo que faltaba, ahora a escuchar jotas”, pensé horrorizada con mi ingenua mentalidad de quinceañera. De todas maneras, la cantante había demostrado al recoger los galardones que sentido del humor y gracia tenía de sobra, así que le di una oportunidad. “Pues tiene muy buena voz. ¡Es hasta pegadizo!”, me asombré. Y pensé que ahí quedaría la cosa. El problema es que pasaban los días y Cositas Insólitas seguía sonando en mi cabeza a todas horas. “¡No me puede gustar la jota, a la gente de mi edad le gusta Bisbal, la sociedad no está preparada para esto!”.
Y no sé si estaría preparada o no, pero así fue como me enredé en “InCubando” y como cinco años después decidí que tenía que ir al concierto de presentación de su último disco “E-Jazz con Jota” en el Teatro Principal.
Se apagan las luces y empieza la función. La Big Band que la acompaña nos da la bienvenida con una obertura que hace presagiar que lo que nos espera va a ser difícil de igualar. Un piano, una batería, un contrabajo, dos saxofones, dos trompetas y dos trombones son los instrumentos que acompañan a la gran dama de la jota fussion.
Aparece en escena interpretando «Noble & Brave», de su último trabajo que combina la jota con el jazz y el inglés con el español. Ante esa espectacular voz, el público rompe en aplausos desde la primera estrofa.
Y a partir de ahí, va presentado el resto de canciones e indicándonos su título en ambos idiomas, porque una sola lengua no es suficiente para Carmen. Por otro lado, todo un detalle lo de las traducciones, porque una señora mayor sentada a mi lado nos ha comentado a todo el teatro que ella el inglés no, en todo caso el francés y efectivamente la buena señora se ha puesto a hablar sola en francés; detalle insignificante que quería compartir con vosotros.
Ajena a mi francoparlante vecina, la París ha seguido con En mi pecho, canción de su primer disco y que “jazzeada ha quedado requetechula”. A todo esto, inevitable quedar epatada con su modelito: minivestido negro con chaqueta en blanco y negro y botas oscuras a juego; esta señora tiene que estar elegante hasta arrastrando el carro de la compra.
Pero es que sin haber superado el asombro inicial, ¡va y a mitad de actuación hace un cambio de look! Ni Madonna en sus mejores tiempos, señores. En esta ocasión se trataba de una blusa blanca con una peculiar falda asimétrica y debajo pantalón negro, todo esto cubierto por una mantilla roja que le ha dado mucho juego. Una reinvención en toda regla del traje de baturra.
Seguidamente, en uno de los muchos momentos desternillantes que nos ha regalado, explica: “Los grandes cantantes de Estados Unidos empezaron cantando en misa. Pues yo igual. Así que se terciaba adaptar en tono góspel `Juntos como hermanos´. Es que sufrí una… vamos a decirlo elegantemente: Una deslealtad y me vino esa canción a la cabeza. Así que esta adaptación de jota góspel se titula Hija de la Gran Madre.” Así es ella: Las cosas claras y en forma de jota.
El público se mira entre sí, algunos con los pelos de punta ante tal despliegue vocal, otros menos sutiles gritan lo grande que es la cantante. Es impresionante lo que puede transmitir la voz de Carmen París: Se cuela por cada rincón del imponente Teatro Principal y hasta a los más profanos, a los que no tenemos ni idea (yo la primera y con diferencia), nos llega con esa profundidad, esa fuerza y ese sorprendente registro vocal que te hace contemplarla atónito. Y te das cuenta de que aún queda gente que hace música de verdad, de esa que llega al alma aunque sea un estilo opuesto al tuyo, a pesar de que las radio-fórmulas se empeñen en ocultarlo.
Para confirmar que más salerosa que ella, hay pocos, sentencia: “El humor que no falte”. Seguidamente presenta El día de la marmota (inspirada en la película homónima) y anuncia orgullosa: “Es el primer blues joteado de la historia, ¡y encima bilingüe! La compuse una vez que le tuve que dejar a uno las cosicas claras.” Con ella, nos sumergimos en un loop espacio temporal para acabar Entre tus manos o Between your hands (recordemos que es mitad en castellano y mitad en inglés). “¡No hay nada como hablar inglés para parecer moderno!”, comenta ella mientras lleva el ritmo que la Big Band va marcando.
Uno de los momentos cumbres fue la famosa Jotera lo serás tú, que tras ser jazzeada, hermana: Aragón, Madrid, México, Cuba y EEUU. ¿Cómo os quedáis? Todo esto no lo unen ni los Beatles teniendo un día bueno. Es cosa del factor maño: O se tiene o no se tiene, y Carmen lo irradia por cada poro. Y sigue diciendo: “Esta no la he podido traducir, porque a ver como traduces tú: `Que dizan mientras no hazan, me enseñaba a mí mi abuelo´”. Así que en versión original, interpreta uno de sus temas bandera.
Tras los bises, toca sola al piano Savia Nueva. Por último, vuelve la banda para interpretar Brindis, “que es mu buena pa despedirse”. Y aunque a todos los presentes les ha sabido a poco, el concierto llega a su fin.
Nos quedamos con la sensación de que si alguien te puede conquistar únicamente con su talento, sin artificios, aun podemos conservar la fe en el panorama musical. Y personalmente, como cronista musical (así, con toda mi cara: cronista musical sin tener ni idea de música), os aseguro que no había visto a nadie que supiera conjugar tan bien la música en directo, con cambios de ropa que ni en Cibeles y con sus particulares monólogos de humor. Está claro que esta maña es capaz de hermanar todo lo que se le ponga por delante.
Y para acabar, quiero haceros una sugerencia como seguidora de muchos grupos: El pop rock es cada vez más competitivo y en el mundo del indie no es oro todo lo que reluce, así que yo me paso a la jota, yo me declaro groupie de Carmen París.