“¡Será desgraciada la jotera esta!”. Ese fue el pensamiento con el que os resumiría el concierto de la París en la mítica sala Galileo de Madrid. Si leísteis mi última crónica (y si no lo habéis hecho es que sois mala gente), veríais que hice el mejor resumen que pude del que para muchos fue el concierto perfecto. ¡Y va la tía ayer y se pega una actuación diez veces mejor! No sabéis como me fastidia… Debería tener más en cuenta a la gente que escribimos sobre ella: no tenemos su talento sobrenatural y no somos capaces de multiplicar por diez la calidad de nuestros textos. Pensé en no escribir nada porque no iba a hacerle justicia, pero me debo a mis fans (que los tengo, mú majos todos) y me dijeron que esperaban la crónica. Así que como no quiero ser un ídolo bipolar y por amor a la buena música, vamos a intentarlo.
Pepe Rivero y su extraordinaria orquesta nos daban la bienvenida a “Ejazz con Jota” con una “Obertura Gigante”. Durante toda la velada demostraron que acompasando los ritmos del piano, saxo, trompeta, trombón, batería y contrabajo son capaces de crear no solo una armonía perfecta si no también una atmosfera en la que la música te envuelve suavemente en la maestría de estos músicos.
Seguidamente, con “Noble & brave/Noble y bravía” la voz de Carmen conquistaba a creyentes y profanos. Con cada actuación las canciones crecen y la voz de la maña muestra más versatilidad que los muebles esos de Ikea que sirven pa’ todo. Es capaz de transmitir la fuerza, la energía y la felicidad con la que defiende sus ideales hechos canción. Tengo la teoría de que si viviésemos una actuación suya sin sonido (prácticas más tontas he hecho en la universidad…), seguiría contagiando esa alegría y esa ilusión que tanta falta nos hace. Es gratificante ver y sentir que para ella un concierto no es un simple trámite como para muchos otros, es desnudar una parte de su alma para vestir con emociones a sus seguidores.
Tras terminar el primer tema, nos cuenta cómo surgió (ha llegado un punto en el que voy a sus conciertos no para escucharla cantar si no para oírla hablar): “Surgió de una zarzuela y la adapté al inglés como ya hiciera el Pastor de Andorra cuando le cantó a Kennedy. La letrica la saqué del Youtube e hice un megamix. Aunque veréis que es una tonalidad menos porque lo que cuenta la letra es pasado: ‘España, tierra valiente’. Cabreados sí, pero pa’ valientes aun nos falta un poco”. Este es otro problema al cronicar sobre esta artista: citaría hasta la última de sus explicaciones.
Otra cosa que el público agradece mucho es su costumbre de cantar a capella las jotas en las que se inspira para componer. Muy pocos cantantes se atreverían a llenar (literal y metafóricamente) una sala solo con su voz, sin ningún tipo de acompañamiento.
Y tras los formalismos habituales, vamos a lo que nos interesa: cómo evoluciona el tema refajos, corpiño y mantilla. Pues muy favorablemente (como todo lo relacionado con la jotera): llevar una falda baturra larga y uniforme era demasiado fácil, así que le ha pegado un corte por delante para darle más emoción. Y así de paso nos muestra que el tema piernas también va sobrada, la Heidi Klum maña, señores. Eso sí, lo de buscar unas medias que combinaran decidió dejarlo para la próxima, tanta innovación junta podría descolocarnos.
Hablando de innovación, no deja de sorprendernos como suenan sus joticas en inglés. Al terminar “Just One/Solo uno” y demostrar que los idiomas tampoco son su talón de Aquiles, comentó: “¿Qué, esto está mejor que el ‘relaxin`? Es que pa’ meterse hay que saber…”. Y desde luego Carmen sabe, sabe de todo, a su lado los hombres del renacimiento parecerían más inútiles que Homer Simpson. Solo ella puede conseguir que la jota se extienda más allá del Atlántico.
La que se extiende por si sola es “Jotera lo serás tú”. Contó que le hacía mucha ilusión haberla cantado en el Festival de Jazz de Madrid pero lo suspendieron: “Treinta años de festival y cuando por fin iba a sonar el chotis por jota ranchera a lo jazz, ¡van y lo finiquitan!”. Si a Carmen la invitaran al Club de la Comedia, los humoristas profesionales se retirarían al ver que esta mujer arrasa desde el primer minuto. Y todo esto se traduce en tandas de aplausos interminables, tanto al comienzo como al final de cada canción e incluso a mitad, cuando su despliegue y sus giros vocales nos ponen los pelos de punta.
Ahora está de moda venirse arriba y decir de muchos grupos españoles que hacen un tipo de música que nadie más hace. Cuando en realidad el pop-rock está más extendido que las fotos de gatitos adorables y no es que se inventara precisamente aquí. Sin embargo, ¿a cuántos cantantes conocéis que le den a su música “un toque jotero, tanguero, cubano, jazzero” o “una jotica moruna jazzeada a lo afrocubano” o incluso hacer “el primer blues joteado bilingüe de la historia”? Carmen París es la única compositora de la que podríamos decir sin duda que hace algo único.
Pero por si esto no os causa conmoción, os voy a poner un ejemplo cotidiano de por qué la jotera es superior al resto de nosotros (¡oh, vulgares mortales!): Carmen pronuncia la “ll” como “ll” y no como “y”. En serio, escuchadla y decidme si vosotros normalmente las distinguís o le hacéis bulling a la “ll” y la travestís de “y”. [Aclaración: os prometo que escribo estas cosas sin consumir ningún tipo de estupefacientes, mi cabeza funciona así].
Al acabar, el público exigió los bises porque nadie quería romper el hechizo en el que Carmen y la extraordinaria orquesta de Pepe Rivero nos habían atrapado. Por tanto, la cantante volvió a salir y París al piano ella solica, tocó su primer tema, “Savia Nueva”. Y tras éste llegó el “Brindis” de despedida acompañado de los coros del público y con esas frases que son poesía hecha canción: “Hay una copla que dice ‘Allá va la despedida’, aunque en el fondo del alma no quisiera repetirla”
Siguiendo su ejemplo, desde el fondo del alma os digo una vez más que esta mujer lo tiene todo: una voz con potencia, precisión y la afinación de un diapasón; gracia y salero como ella sola; fuerza para pintar su vida en canciones y además hacernos reflexionar; y un look jotero/cabaretera muy conseguido (cuando arregle lo de las medias, le dan la portada de Vogue seguro).
Así que si queréis comprobar cómo es la música cuando se hace de verdad, sin restricciones, tenéis que ver en directo a Carmen París. Es la única mujer capaz de superar las actuaciones de la artista más grande y polifacética que tiene este país: ella misma.
Autor: Marta Asensio