Cuando hablamos de música, siempre pensamos que los artistas que suben al escenario son los artífices de que esa música llegue a nosotros, tocando y componiendo, pero en realidad es una maquinaría enorme la que se mueve cada vez que nosotros disfrutamos de un concierto.
La responsabilidad de que Costello sea una de los referentes musicales en cuanto a salas se refiere, corresponde a Josechu, que lleva siete de los ocho años de vida este mítico lugar, coordinando la programación para traer a los mejores grupos. Charlar con él y que nos desvelase los entresijos de uno de nuestros lugares favoritos tuvo como resultado lo que podéis leer bajo estas líneas.
LBM – Ocho razones divididas como quieras para entrar, quedarse y volver al Costello.
Josechu – ¡Joder, pero son muchas! (risas). La más importante es la música que suena aquí. De hecho, en el primer reportaje que nos hicieron cuando se abrió la sala, el titular era “En esencia, buena música” y lo hemos mantenido, la música es lo fundamental.
La segunda razón creo que puede ser el ambiente que hay, la cercanía que hay con el cliente y demás.
La tercera, los diferentes ambientes, las opciones que tienes de estar más tranquilo en una planta o un poco más golfo en la de abajo (risas). Un poco ese concepto.
Cuarto: la gente guapa que hay por aquí. Hay gente guapísima, muy guapa, más guapa incluso que luego cuando se van a la calle (risas).
La quinta es la calidad del producto que tenemos aquí, las copas.
Las camareras y los camareros serían la sexta, el buen rollo que tienen con los clientes.
Séptima, aunque esté un poco desordenado, pero la séptima serían los conciertos, la gente que pasa por aquí es fundamental, la gente que nace aquí con sus proyectos o incluso muere, como con los conciertos de despedida y cosas así.
Y luego la octava y la última, puede ser la escena profesional de artistas y gente de la industria, que este es su sitio. Además es su sitio no solo porque les guste la música, las copas o las camareras, sino porque realmente es un sitio en el que al cliente que viene aquí no le extraña ver a gente que es conocida o no lo es. Hay un respeto brutal, jamás hemos tenido ningún problema con artistas que hemos tenido y hemos tenido desde los Strokes hasta Miles Kane que se pasó el otro día. Por aquí ha venido gente rollo Muse, Alex Turner, The Strokes… . Y por supuesto todos los nacionales. La cuenta es infinita de la cantidad de peña que he llegado a conocer aquí, además cercanos para hablar con ellos y todo. La Costello es un sitio donde pasa de todo (risas).
LBM – ¿Qué hace falta para regentar el salón más famoso de la ciudad, sheriff?
Josechu – Pues yo creo que aquí en realidad funcionamos como una familia. Y mis mentores, por decirlo de alguna manera, que son Paco y Dani Marín, cuando yo entré aquí era un niño de 23 años que acababa de salir de la escuela de música creativa y vendía pantalones por la mañana y empecé aquí a recoger vasos. Dani siempre me recuerda que cuando me veía recoger vasos parecía que el garito era mío (risas). Yo tengo una filosofía que es que si estoy trabajando, no puedo estar perdiendo el tiempo, no puedo estar haciendo otra cosa; si estoy recogiendo vasos, voy a recoger vasos, no voy a hacer nada más. Y hubo mucho feeling, porque ellos me decían que les recordaba mucho a ellos cuando tenían mi edad. De hecho Dani Marín era programador del Siroco, en Sony… Entonces hubo mucho feeling en ese aspecto. Además Paco Marín tenía una sala que se llamaba Custom Café que estaba en la plaza del Carmen y con Utopía, mi banda de toda la vida, tocamos ahí mil veces. Y un día me dijo: “Tengo un proyecto nuevo entre manos que ya te contaré”. O sea, que antes de que naciera Costello, yo ya lo sabía. Y a los cuatro días de abrir esto me llamó para que viniera a verlo. Entonces siempre, desde el primer día que entré por la puerta de este local, me sentí en casa completamente.
Y yo creo que al final es trabajo, trabajo y ganas. Esto que hago es lo que más me gusta del mundo. Me siento muy afortunado, no solo por tener mis grupos y salir a tocar que al final es mi vicio, si no por poder estar aquí dentro y, primero, hacer feliz a la peña – porque una gran frase de Dani es “aquí no se venden copas, se vende buen rollo y la copa es el medio”- y además poderle dar oportunidad a nuevas bandas. Yo he comido mucha mierda tocando, mucha, mucha mierda, hasta que de repente empecé a comer un poco de jamón (risas), pero ha sido como darle oportunidad.
Yo aparte solamente en el aspecto de programación, me he recorrido el 90% de las salas de España tocando; desde 2006 con Zoo cuando empecé a profesionalizar un poco con un tema del batería y tal. Y me iba fijando en las condiciones de las salas, el trato que había… Yo iba limándolo aquí, de indicarle al equipo que tenemos aquí qué había que hacer y qué no, además el equipo de aquí siempre ha sido espectacular. Realmente esto funciona como una gran familia.
Además está Juan, el técnico, que es un grande, es increíble. Lleva aquí también desde el principio. LA se lo llevaron de gira, Christina Rosenvinge se lo ha llevado de gira, los Vengadores cuando tocaban aquí en su época se lo llevaron de gira… Ha hecho bolos con mogollón de peña por el sonido que ha hecho aquí. Y es otro más de la familia.
El hecho de dirigir una sala como Costello para mí hace ocho años era impensable, evidentemente. Ahora mismo para mí no es un sueño porque es una realidad absolutamente, pero me siento muy orgulloso del trabajo que estamos haciendo. Además esto no es de uno solo: yo puedo llevar toda la programación y estar cerrando todas las bandas, teniendo el contacto, de giras conociendo a gente y traer aquí a músicos y traer todo el rollo; pero esto es algo que ya hicieron Paco y Dani en su día y en el futuro lo hará otra persona.
LBM – ¿Las situaciones en el Costello se dan o se crean?
Josechu – Se dan. Nunca sabes lo que va a pasar aquí, jamás. Yo he vivido aquí las situaciones más divertidas de toda mi vida con diferencia; las más divertidas, las más tristes… Con tristes me refiero a un cuezo que te pillas (risas)… Aquí he conocido a mi novia, a mis grandes amigos actuales; mis amigos de toda la vida están en mi pueblo, pero aquí se dan las relaciones que tengo. Vamos, que aquí se hacen las situaciones.
Aquí nunca sabes lo que va a pasar: se entra por la puerta y pueden pasar mil millones de cosas. Además hay gente que nos lo dice o que nos escribe… Mails y llamadas de gente que te llama agradeciéndote… De hecho tuve ayer una llamada súper graciosa: era una chavala que tenía 18 o 19 años y era andaluza y me dijo “¿Oye el concierto del 12 de diciembre de los Zigarros que he visto que están agotadas las entradas?” Y le dije que sí, pero que íbamos a hacer un segundo pase, un pase previo a las 8 de la tarde. Y me dijo: “Es que tengo muchas ganas de ver a los Zigarros, pero es que tengo más ganas de ir a Costello. Me han hablado muy bien de la sala, veo fotos y están ahí todos los artistas y está todo el mundo” (risas).
Una de las cosas que se lucha mucho aquí es que se deja entrar a todo el mundo. Un sábado te puedes encontrar a un señor de 60 años tomándose cócteles con una planta fantástica, a un punky tatuado con pendientes como yo (risas)…. Yo creo que también es uno de los secretos de Costello: la música al final ha hecho un hilo conductor para toda la gente. Aquí pasa de todo siempre.
«Tú vienes aquí a beber, a pasártelo bien, a escuchar buena música, a conocer a gente y a pasar una buena noche, que puede ser la noche de tu vida o una noche más» - Josechu -
LBM – ¿Cuál es la regla de oro para ser un buen pasajero del Costello?
Josechu – Yo creo que no hay una regla exacta. Te tiene que gustar la buena música, te tiene que gustar pasártelo bien, estar de buen rollo, conocer a gente… Es mucho más sano de lo que la gente cree con el rollo de la noche y todo eso. Por desgracia lo que está pasando con el ayuntamiento, la caza de brujas que está habiendo con las salas… cuando en realidad aquí lo que se hace es venir a pasárselo bien. Aquí tenemos todo perfecto porque no queremos que haya ninguna excusa para quejarse, porque las buscan; no existen, pero las buscan. Pero bueno…
Creo que el sitio es muy fácil, por decirlo de alguna manera. Tú vienes aquí a beber, a pasártelo bien, a escuchar buena música, a conocer a gente y a pasar una buena noche, que puede ser la noche de tu vida o una noche más. Pero siempre algo especial te vas a llevar de la experiencia de venir aquí.
LBM – ¿Ser cuna de talentos que empiezan a caminar es una seña de identidad o la mejor forma de ser?
Josechu – Hombre, Costello nos caracterizamos por eso: ha habido muchísima apuesta de conciertos que sabemos que no van a ser rentables ni de coña; porque realmente aquí no se vive los conciertos, se vive de las copas, de lo que viene después. Es lo que os comentaba antes: ¿por qué voy a hacer unas condiciones cerradas si realmente cada grupo, la relación con cada oficina, es diferente? Por eso la seña de identidad es lo que os comentaba antes de los clientes: no hay un cliente rockero y un cliente más pijito, hay de todo.
Y aquí las oportunidades se le dan a todos los grupos por igual. Evidentemente es totalmente imposible atender a todas las peticiones que llegan para tocar en sala, no hay días, hay muchas cosas que se te escapan. Pero una de las señas de identidad importantes es la gente que ha salido de aquí. Yo he visto a Russian Red tocando aquí delante de quince personas cuando vino con Niño y Pistola en 2007, vinieron antes de sacar el disco y no vino ni Blas. Y luego cerré otro concierto para agosto del 2007 en el que ya tocó ella sola y vinieron como 30. Pero es que hace año y medio tocó Izal delante de otras 30 personas. L.A. también ha tocado delante de poquitas. Recuerdo el día que me enviaron Supersubmarina el vídeo y les pedí por favor que vinieran a tocar con una banda local porque no iba a funcionar el concierto. Todo eso ha pasado aquí. Con Alex Ferreira recuerdo pagarle un caché mínimo, mínimo, a Iván Ferreiro para que le abriese el concierto. Iván, por la relación que tiene con Costello, accedió en su día. Y Alex pudo hacer el concierto con él.
Un montón de bandas han salido de aquí. Y es un poco el curro que a mí más me gusta: ver a gente que dices “¡Ostia, es que eres una palmada!”. Pero luego empresarialmente… porque esto al final es una empresa que tienes que hacer unos números y estar con eso también. El rollo es que la apuesta sigue ahí aunque luego no funcione. El año pasado me obcequé con Kuve, con Maryan… Hay bandas que se están dando aquí como Durango 14 que hacen surf, rollo Coronas y tal, y al loro con esa banda. El primer caché que recibió Havalina se lo di yo, fue la única banda que ha tocado aquí tres veces en un mes. Les pagué para la noche en blanco, de 2007 puede ser… Y ese fue el primer caché que recibió Havalina: me volví loco y pedí pasta a todo el mundo dentro de la empresa para poder hacer el concierto esa noche.
O sea que es un poco esa filosofía: la de potenciar el rollo porque tocan los potentes, porque les gusta el sitio, porque quieren hacer sus privados aquí; pero esto es cuna de talentos.
LBM – ¿Cócteles y sueños son posibles cuando los remueves con esfuerzo, pasión y unas gotitas de picardía?
Josechu – Yo creo que sí. Creo que es un poco eso. Cuando no solamente aquí se vende alcohol y todo eso; cuando lo que se vende es el buen rollo, la música y quieres hacer algo más por la ciudad y no solo tener la sala de conciertos y fin, yo creo que esa fórmula funciona perfectamente. Creo que es la fórmula perfecta.
LBM – ¿Qué dejamos fuera, además del 3G, al entrar en la cueva para disfrutar de un concierto?
Josechu – Pues todo. La vergüenza, lo primero (risas). La cobertura también, pero aquí hay que dejar la vergüenza en la calle, los malos rollos, las movidas, hay que dejar la crisis, hay que dejarlo todo en la calle y entrar dentro a disfrutar de la noche, de la música y de conocer gente. Disfrutar y dejarte llevar. Y no darte con la cabeza en la cueva (risas).
LBM – Tú has pasado por todos los escalones posibles en esta sala, ¿tenías el objetivo claro cuando diste el primer paso?
Josechu – No tenía ni idea. Yo soy muy carpe diem. Mi tía abuela tiene una frase mitiquísima que me tatuaré seguro que es “un día, es un día”. Tiene 90 años y es la mujer con más vitalidad, con más ganas de vivir que he visto en toda mi vida. Si alguien inventara una fórmula para ser inmortal, se lo tomaría ella, es increíble.
Y creo que eso es lo que a mí me pasa en la vida. Las cosas se construyen ladrillo a ladrillo, paso a paso. No me planteo el futuro, me planteo qué tengo que hacer mañana o qué tengo que hacer ahora, ese es el rollo. Cuando entré aquí, sabía que tenía que estar aquí seguro: por el rollo que había, por mi filosofía de vida, cuando conocí a Paco y a Dani por lo parecidos que éramos y lo que me apetecía estar rodeado de música… Pero jamás pensé que iba a acabar dirigiendo una sala así o que iba a acabar teniendo este trabajo y las oportunidades que no solo me ha dado dentro de Costello trabajar, sino a nivel externo: yo aquí he conocido a Dani para hacer Pasajero. A mí Zoo me dio la experiencia para poder hacer la prueba con Nudozurdo y acabar tocando con ellos.
Yo he montado mi vida desde los 23 añitos aquí, pero nunca jamás me planteé el futuro. Soy muy poco ambicioso en ese sentido. Disfruto con lo que hago, sino, lo dejo de hacer. No sé si es una virtud o un defecto: pero si me aburro con algo, lo dejo de hacer. Y no me aburro con esto porque esto está vivo y cada día pasa algo nuevo y cada semana que tenemos una reunión salen cosas nuevas. Y está es la filosofía de vida que tengo y la he tenido siempre.
Ahora por ejemplo con el octavo aniversario que hemos hablado de estos ocho años, he empezado a ser un poco más consciente de todo lo que hemos hecho, de todas las vivencias. Estamos felices y también sabemos la cantidad de trabajo que tiene esto. El que se crea que esto es fácil que nos vea acostándonos a las 6 de la mañana y levantándonos a las 9, porque tenemos aquí reuniones para seguir cerrando conciertos y toda la movida. O meses en los que solo tienes un día libre. Pero yo me hago mis horarios, me organizo mi tiempo. Y así se lo expliqué a Wilma: “Yo aquí no te voy a decir que estés a una hora, ni que tienes que hacer. Quiero que seas tan responsable como para saber el trabajo que tienes y en qué tiempo te lo tienes que cubrir. Yo solo quiero que me traigas el trabajo hecho. No quiero más”. Yo creo que esa libertad te hace madurar en ese sentido, te hace más responsable. Es algo que he aprendido de Dani y de Paco que me han dado siempre esa libertad para trabajar. Y ahora esa libertad es absoluta, hago y deshago lo que me da la gana.
LBM – ¿En el escenario de esta sala hay sitio para todos o tenéis un filtro y solo pasan los mejores?
Josechu – No. Aquí pasa todo el mundo, todo el mundo que me da tiempo con los días que hay. Hay un filtro estilístico, quizá, eso no lo voy a negar. Hay ciertos estilos que no tienen cabida: dentro del rock está el pop, está el indie, hay un amplio abanico, pero hay cosas que aquí no se programan por el tipo de público. La sala tiene su estilo y se intenta limitar lo menos posible, pero sí hay límites. Por ejemplo no se programa metal, se nos va de las manos… Me escucho todas las bandas pero intento hacer un filtro súper objetivo. Yo tengo mis gustos personales, pero hay cosas que a mí me gustan y no las programo aquí; me flipan ciertos grupos de metal que aquí no se pueden programar porque es otra peli completamente diferente. Pero bueno, creo que el abanico es amplísimo.
LBM – En lugar de recomendación musical dinos tres, cuatro o hasta cinco bandas con las que te quedarías de las que han pasado por Costello en estos ocho años.
Josechu – ¡Ostía! ¡Madre mía, chaval…! ¡Son tres mil eventos! A ver… Sin duda Havalina que fue una banda que me dejó alucinado en su día.
Otra banda que me dejó alucinado absolutamente fue Rufus T Firefly, sin duda, la primera vez que les vi me quedé flipando.
Otros con los que flipé en colores fue con Zoo, la primera vez que tocaron aquí, que yo todavía no tocaba con ellos. Al día siguiente conocí a Dani.
Joder es que hay tantísimas… Bueno una banda que vi aquí increíble: Tokyo Sex Destruction, sin duda, que fue increíble.
Es que si hablo de los aniversarios por ejemplo… El día que vinieron Alex Turner y Miles Kane fue increíble también.
Matilda, que era un grupo de Granada que llevábamos aquí la editorial. Es un grupo que está formado por peña de Lagartija Nick y tal, que no existe ya. Lagartija Nick, Planetas, Escorzo… Y llevábamos nosotros la editorial, porque aquí teníamos sello discográfico, tenemos sello discográfico: se llama Slim Music y editorial discográfica. Estamos sacando grupos: Sidecars, por ejemplo, el sello Zoo la última época… Pero bueno.
Más bandas… The sunny boys puede ser uno de los grupos con los que más he flipado aquí. Hacemos una fiesta que se llama “The surf party” el último sábado de julio. Pues trajimos un grupo que Dani Marín vio en Valencia, me dijo que los tenía que ver, me pasó el enlace y era una banda que hacia versiones de los Beach Boys ¡¡increíbles!! Eran unos niños jovencitos, el más pequeño tenía 18 años. Son calcaos, clavados, los mismos coros… Mira que es difícil hacer una banda de versiones de los Beachs Boys por el tema coral y todo eso, pero armónicamente es acojonante. Creo que tocaron dos horas y media, el grupo que más tiempo ha estado tocando aquí, era increíble.
No sé… Muchas bandas… The longboards en otra surf party… Mucho, que estuvieron el otro día y no lo pude ver pero seguro que fue un bolazo de la ostia.
Yo recuerdo un concierto muy heavy, con todo el mundo en silencio y escuchando, de Ainara Legardon, que soy muy fan de Ainara, es una artista increíble. Y cuando terminó el concierto me dijo que nunca jamás en su vida había vivido un concierto con la gente tan callada, tan centrada en el concierto. Cuando pasa eso, es increíble. Yo cuando alguien del público empieza a hablar sin respetar a los artistas les digo: “¿Le digo a la banda que baje el volumen para que puedas hablar con tu amigo?”. Pero bueno…