No sabemos si todos los conciertos en Dublín terminarán de la misma forma que acabó el de Delorentos en la madrileña Joy Eslava, pero lo que tenemos claro es que congelaron nuestro sudor, nos dejaron mudos y cargados de asombro. Apiñados en el callejón de la salida trasera de la sala y ante la mirada atónita de los transeúntes que caminaban por el centro de la ciudad, escuchábamos como la última canción del concierto tomaba forma sin amplificar, sin trucos, solo la música, la banda y nosotros. La conexión nos pareció tan mágica, que es posible que al volver a recorrer esa sombría calle siempre nos acordemos de la luz que Delorentos volcó sobre ella.
La verdad es que de forma inesperada Juan Zelada también nos dejó maravillados. Él era el encargado de marcar el inicio del concierto y la recompensa de los madrugadores fue su directo. A pesar de que nunca nos habíamos topado con él en ese formato, no tardamos en darnos cuenta de que posee una voz con garra y muchas ganas de mostrarnos aquello que puede llegar a hacer. Definitivamente cuando se retiró para dar paso a los irlandeses, nos dejó con ganas de más.
El antiguo teatro iba llenando su planta principal mientras Delorentos colocaban su set personalmente. Supervisando todos los detalles y exhibiendo una gran sonrisa, uno a uno parecían retarnos a disfrutar de su música. La verdad que es un hecho que nos tienen ganados desde hace tiempo y al parecer no éramos los únicos; en pocos minutos su buen saber sobre el escenario había hipnotizado al público de la sala. Un set completo, con canciones que recorrían todos sus trabajos nos llenaba de forma plena. Unos y otros tomaban el relevo poniéndose frente al micrófono. Chispeantes canciones pop nos hacían bailar y desde luego amor a raudales. Amor por ciudades, familia o amigos dejaban claro que, como ellos mismos apuntaban, Dublín y Madrid están conectadas.
Dicen que la noche siempre es más oscura justo antes del amanecer, la realidad es que el miércoles la noche llegó, se cernió sobre nosotros y nos hizo disfrutar, bailar y acabar en la calle. La noche nos colmó de una sensación maravillosa que hace que queramos a Delorentos en España para siempre.
Autor; Shara Sánchez.