Ser una sala de conciertos en Madrid no es fácil. Mucho menos lo es aguantar a lo largo de los años con la entereza con la que lo ha hecho la sala Siroco. Por ello, formar parte la celebración de su 25 aniversario nos parecía una idea perfecta para pasar un miércoles noche. Con Depedro como principal reclamo, nos amontonábamos en la entrada para coger un buen sitio. No todos los días podemos presumir de que Jairo Zavala nos cante de cerca mientras reparte miradas. Tras la actuación de Bye Bye Lullaby, el escenario se quedaba vacío para que él lo llenase por completo con tan solo su voz y una guitarra.
Desde el primer momento pudimos sentir lo especial que iba a ser la noche, no había un set list que anunciara el orden de las canciones, o cuales iban a ser las que podríamos escuchar, Depedro atendía a las peticiones de aquellos que conformaban el Sold Out del Siroco. Arrancaba acordes a la desgastada Gibson que no soltó ni un minuto, y con una guasona forma de mirarnos, nos indicaba preciso el momento de hacerle los coros. Conseguía el silencio absoluto que se cimentaba en la perfección de sus canciones durante más de una hora y media. Demostraba que las buenas canciones habitan dentro de quien las compone, pues hasta aquellas que parecía no recordar, brotaban de sus manos y su garganta con una gracia sencilla.
Podemos llamarle comanche, podemos decir de él que es el hombre bueno, tal vez sentir que su música nos eleva hasta tocar las nubes de papel, pero todos los halagos posibles se quedarían cortos para describir su voz. Porque solo él sabe eliminar los lastres de los pies con su música, porque solo él es el dueño de las historias que entreteje en sus melodías. Para devolverle ese show tan único, tan especial, los presentes cubriendo hasta los huecos más recónditos de las escaleras, devolvían una sonrisa pletórica. Mágicamente todos cantábamos suave y la pequeña barrera que nos separaba se fundía definitivamente.
Pero muy a nuestro pesar la noche se tenía que terminar. Al fin y al cabo seguía siendo un día entre diario por mucho que la música nos hubiese hecho olvidarlo. Nos íbamos, no sin antes sonreír a Depedro por última vez en el día, cuando quedábamos con él en la que será la última cita de esta gira, el próximo mes de diciembre. Afortunadamente esta vez no tendremos que esperar a que vuelva el año que viene.
Autor; Shara Sánchez