En la noche del jueves, el frío se adueñó del recinto y los relámpagos presagiaron una tormenta digna heredera de la del antiguo testamento. Sin embargo, la valiente Márcia vino desde Portugal a susurrarnos poesías envueltas en música (a ver, lo que hizo fue cantar canciones en un idioma que no pillamos muy bien, pero así queda más evocador y sonó muy bonico). Además, demostró en sus interacciones con el público que también le mete mano al castellano y, con mucha paciencia, nos explicó cómo hacerle los coros en la lengua del país vecino. Por el mismo precio aprendimos idiomas.
Esta primera actuación en Lanuza demostró que el talento internacional del festival es realmente notable. Pero sin duda, lo que alcanza el sobresaliente es el producto de la tierra. El listón estaba extraordinariamente alto porque la otra artista que había representado a Aragón es la cantante que más sexy está con los brazos en jarras: la actuación de la enormérrima Carmen París demostró que las voces más grandes tienen acento maño. Y si alguien podía mantener el nivel, era Amaral. Así, la jotera de ojos verdes de ciencia ficción dejó paso a la rockera de mirada felina.
En primer lugar hay que destacar la valentía (rozando la temeridad) de la vocalista por enfrentarse a la noche pirenaica en shorts, camiseta transparente y chaqueta fina. Lo que tiene el lucir un físico que parece pactado con el retratista de Dorian Gray es que uno puede salir al escenario con medias y a lo loco. Las más guapas y majas de este país también tienen acento maño (dato objetivo y contrastado).
Eva y Juan arrancaron solos con ‘Sin ti no soy nada’ en el que, en palabras de la cantante, es “uno de los escenarios más bonitos que hemos pisado nunca”. No es para menos: el escenario flotante del embalse de Lanuza añade un toque extra de magia y emoción a cualquier concierto (con emoción me refiero a que la tierra de primera fila resbala y temes dar con tus huesos en el agua). Prosiguieron con toda la banda: el extraordinario guitarrista Jaime García Soriano, la potencia de la batería de Toni Toledo y el rítmico compás de Chris Taylor.
Tocaron algunos de sus temas más conocidos, como ‘Moriría por vos’ o ‘Como hablar’, en los que nadie quedó sin hacer los coros. Otros de su último trabajo, como ‘Si las calles pudieran hablar’ que caló casi más hondo que la potente lluvia que caía (y pongo “casi” porque hay veces que me he duchado y me he mojado menos).
Y no faltaron las canciones nuevas que ya vienen presentando en festivales. ‘Ratonera’ efectivamente gana con el directo (gana en fuerza y garra, la letra es la misma, ese estribillo perfecto que caracteriza a Amaral no aparece por ningún lado). En contraste con esta, ‘Unas veces se gana y otras se pierde’ describe con una elegancia arrolladora sensaciones que todos hemos experimentado alguna vez. Del mismo modo, la letra de ‘Nocturnal’ es cien por cien amaraliana, refleja ese perfecto descontrol y euforia con un punto de oscura melancolía que el grupo nos hace sentir en directo. También apareció ‘Cazador’, como un dios vengador, que la maña dedicó “a aquellos que practican la caza y pesca nocturna”.
Otro de los temas que el público agradece que hayan recuperado es ‘Salir corriendo’. Hasta tal punto que la letra dice “Nadie puede guardar toda el agua del mar en un vaso de cristal, y resulta tan brutal, que un chaval decidió que tenía razón, había que ampliar el recipiente para albergar tantas emociones. Cogió y se metió al pantano. Eva lo calificó de “valiente”, pero el resto del público al verlo dentro del agua y bajo la tormenta optó por el adjetivo de “loco”. No fue el único, algún otro repitió la hazaña. Luego dicen que en Aragón somos brutos, ¡si somos más finos que el papel higiénico de doble capa!
Se despidieron con ‘Cuando suba la marea’ y Eva comentó que como eso pasara “Nos vamos con escenario y todo, aunque toda esta agua para un aragonés no es nada”. Y si bien la banda se marchó, la potencia, la claridad y la energía que transmite la voz de Eva, resonó durante toda la noche entre las montañas salvajes de Pirineos Sur y entre los corazones de aquellos que luchamos contra los elementos para ver a uno de esos pocos grupos que otorga a la música un poder curativo y catártico. Amaral son la emoción perfecta, aunque sean pasados por agua.