Desde el primer momento en el que puse un pie en la Moby Dick el pasado miércoles, empecé a pensar que realmente El Rayo Verde va en línea recta hacía su objetivo. Nunca vi el proyecto que David T Ginzo puso a disposición de otras bandas simplemente como un colectivo, siempre lo vi como un motor para mover algo más, como un vehículo para cambiar las cosas: cosas de músicos para músicos. Por eso que consiguiesen tal afluencia de público un miércoles, iba más allá, demostrando definitivamente que, aunque hay mucho que pulir y un duro trabajo detrás de esta idea, pueden conseguir con este primer paso cambiar las cosas.
Owl Captain ha sido una de las últimas incorporaciones al Rayo Verde y en él recaía la responsabilidad de dar el pistoletazo de salida a la noche. Gonzalo nos descubrió otra manera de verle, desnudando una a una las canciones y mostrando que su voz es capaz de sobresalir, despuntando, por encima de sonidos, guitarras y murmullos. Se defendió perfectamente solo hasta el momento en que, provocando un galimatías entre explicaciones, invitó a su batería y más tarde a Chris, para terminar su tiempo en el escenario fusionándolo con el de Being Berber. Fue capaz de ir captando la atención de todos los que entraban y dejó que sus canciones fuesen la mejor manera de iniciar la noche. Fuegos artificiales, sonidos llenos de vida y amores que no pueden terminar de ser, se lucieron más limpios que nunca.
La ecléctica banda que lidera Chris Peterson, volvió a hacer gala de la combinación pop electrónica que ya nos había fascinado la primera vez que les vimos, sentenciando que pueden estar a la altura de cualquier grupo internacional con el que compartan estilo. Sus canciones apuntan directamente a ser Hits y en ellas conviven en capas, teclados, voces, guitarras y sonidos inventados amoldándose perfectamente. Con determinación bordaron una noche que realmente ya era una fiesta. Entre medias, nos contaron que la grabación de su disco va viento en popa gracias a los mecenas y a todo el trabajo de los que han querido implicarse. El talento que se había paseado por el escenario hasta el momento dejaba al Rayo Verde en muy buen lugar; no es fácil en los tiempos que corren agrupar tantos buenos músicos bajo el mismo sello.
Si has visto alguna vez a Tuya en directo, en seguida podrás visualizar lo que te voy a contar a continuación. Capucha y gorra para David, parece que cuando sale al escenario como líder de Tuya necesita parapetarse detrás de su verdadero yo. La preciosa Fender roja que tanto nos ha enamorado ahora ha quedado relegada a un lado, pero sigue vigilando todos los shows desde su segundo plano. Una sencilla distribución del formato trío que es a día de hoy la banda, sobre el escenario, dejando espacio suficiente para miradas. A los mandos de todos ellos, dominando el sonido desde un segundo plano, Fer. Música con garra, canciones nuevas y antiguas, el movimiento de las montañas que han venido para dar paso a un nuevo disco y sobre todo improvisación. El miércoles demostraron una vez más que los guiones no son para ellos, los ensayos, lo preestablecido es para los simples… ellos están por encima. Consiguieron que Sterling and Cooper sonase más afilada que nunca a base de guitarras. Sencillamente es una canción de 10, la interpreten con los instrumentos que la interpreten.
Yo suelo decir que cuando luchas por ver a una banda, cuando esperas con ansias sus conciertos y les mimas cuando salen al escenario, es que quieres que esa banda dure siempre. Por favor Tuya, durad para siempre siempre, porque nos hacéis sentir lo que nadie más hace.
Autor; Shara Sánchez