En la comodidad de un concierto, con la adrenalina como aderezo fundamental, es difícil imaginarse a niños corriendo por campos de refugiados, pueblos masacrados o culturas extintas. Pero eso era de lo que hablaba el concierto que FiSahara nos proponía, con voces de artistas que se elevaban por encima del grito de dolor.
Con un cartel enorme, no tanto en tamaño como en calidad, era sencillo agotar las entradas en lo que se tardaba en pestañear. Sin duda el hecho de que Vetusta Morla diese uno de sus únicos conciertos en nuestro país, hacia olvidar el hecho de que no era más que un aperitivo de 5 canciones.
Carmen Boza abría la noche con mucho coraje y una guitarra, pues no en vano la dulce voz de esta malagueña esconde una mujer cargada de carisma que suena y resuena en la capital. Ya tiene su público, y eso se transforma en que en cuanto coge la guitarra, y entona, sus oyentes responden con una canción tímida para no perturbar su voz.
Los chicos de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, o LA M.O.D.A., llenaban el escenario con todos los instrumentos que podíamos imaginar, y con un toque country mezclaban castellano e inglés para arrancar risas y sensación de que estábamos en cualquier fiesta en medio de la América profunda.
El turno de Amparo Sánchez no era tan ligero. Pues su Alma de Cantaora a caballo entre su Jaén natal y Lavapiés nos llenaba de reflexiones, y de guiños que nos hacían pensar. La experiencia de Amparo, y todos los proyectos musicales que han ido formando su carrera, lucían bien acompañados por su amigo Jairo, que la respaldaba con guitarras y coros. A estas alturas de la noche todos los asistentes sabíamos que podíamos pintar con sentimientos las paredes de la Sala.
Jairo se transformaba, y desde su posición de amigo caminaba hasta el centro del escenario, dando paso a ser él el que se dejaba acompañar. Era tiempo para Depedro y su hombre bueno, para el viento, que venía a soplarnos y a mecernos en sus canciones. Pero nada puede llegar más al alma que el Set List se transforme en calendario y marque el triste mes de Diciembre. Dejarse acompañar por su amigo Pucho erizaba más cada centímetro de nuestra piel, nunca un soñador entre los locos fue mejor recibido. Así, como si de un cuento se tratara nos trasladaban a otro tiempo a caballo de una linda melodía.
El tercio se tiznaba rockero, y con sombrero Coque Maya acompañado de Charlie Bautista, nos demostraba que hay personas en el mundo de la música que son incombustibles. Berlín se hacía protagonista de la noche en Madrid.
Tras recordarnos el motivo por el cual habíamos asistido al concierto, activistas y miembros de la organización que luchan cada día por un Sahara Libre, cerraban el círculo.
Los de Tres Cantos con su particular manera de conquistar el escenario dejaban sin respiración. Abrir su turno con una “venganza” de lo más dulce, y un tema nuevo, todo mezclado, no agitado, era su bengala para iluminar nuestra mirada fija en cada uno de sus movimientos. Tan lejos quedaba ya aquel fin de gira con la magia del circo. Tan cerca las ciudades que han encerrado en su nueva canción, y por supuesto ese momento al corazón de sus orígenes mencionando Malasaña. La voz de Depedro fusionada con la de Pucho, la guitarra de Guille Galván, y así un círculo infinito que se cerraba sobre su nueva creación.
Maldita Dulzura la vuestra, pues de nuevo de rodillas volvíamos a postrarnos ante la música, penitentes de las historias que nos dejan escuchar, con un vaivén eterno y las cabezas hacia atrás, ni uno solo de los presentes dejaba de bailar transformándolo en Maldita Dulzura la nuestra.
Y si el éxtasis tiene una definición, sin duda es Saharabbey Road. Corto, intenso, como una cena ligera, de gran calidad, nos dejaban con ganas de más.