A estas alturas cualquier amante de la buena música sabe sobradamente quien es Jacobo Serra. También es sabido, y muy comentado, que la voz de Jacobo supera las expectativas de quien le escucha por primera vez. Hemos recomendado a este albaceteño infinidad de veces y el resultado siempre ha sido el mismo; éxito absoluto entre quien decide prestarle atención.
Su concierto en la Sala El Sol, era la excusa para reencontrarnos con su voz, con sus canciones, conocer a su nueva banda y sobre todo, disfrutar de Don´t Give Up al máximo una vez más. Hasta ahora nos habíamos sumergido entre las tonalidades de sus canciones, sorprendidos por sus arreglos, por los instrumentos que decidía elegir para dotarlas de frescura, pero lo que pudimos contemplar el miércoles, dejó las anteriores citas como una mera toma de contacto.
El periplo de este disco, que sucedía a un Ep con el que habíamos conocido a Jacobo, ha ido acumulando demasiado como para relatarlo en esta crónica. Por suerte para él, muchos compañeros de profesión han fijado la mirada en su música, se han declarado fans y han decidido apoyar su proyecto con entusiasmo. Esto no solo ha sido bueno para Jacobo, sino para todos los que han, o hemos, decidido seguir la estela brillante de su trabajo. El miércoles, el máximo exponente de esa suerte se pudo ver en El Sol.
Comenzaba su concierto acompañado por los dos nuevos integrantes de su banda, que le arropaban sonrientes. Decidía, con toda la delicadeza del mundo, dejar mudos a los que llenaban la sala. Este hecho que desgraciadamente no se suele repetir mucho en los conciertos en la capital, nos llamaba sorprendentemente la atención. Agradecidos porque así fuera, disfrutábamos de sus momentos fuera de micro, de esas situaciones desenchufadas que tanto le gusta crear y que tan mágicas se nos antojan. Y si todo esto ya nos tenía completamente encandilados, lo que vendría a continuación lograría que hasta contuviésemos el aliento para no perdernos absolutamente nada.
Los que desde ese momento en adelante se pasearían por el escenario, se confesaban devotos del trabajo de Jacobo. Ángel Carmona, habitual compañero en sus conciertos, era el encargado de destapar el turno de las complicidades entre artistas. Leonor Watling, Juanma Latorre y Jorge Drexler enriquecían algo que ya de por sí rebosaba belleza. Ponían su granito de arena, logrando que todos los presentes, incluido el protagonista de la noche, nos sintiésemos afortunados por haber elegido bajar las escaleras de El Sol.
Puede que como él mismo nos confesó, hoy Jacobo sea una persona más, implicado en infinidad de tareas cotidianas pero esa noche, entre todos, público y artistas, le hicimos sentir especial. Para nosotros no es nada comparado con la importancia que tiene haber podido descubrir su música.
Autor; Shara Sánchez