Disfrutar de buena música, conciertos a la hora del vermú, proyectos solidarios y todo ello envuelto con mucho cariño es solo una pequeña parte de lo que nos ofrece La Lata de Bombillas de Zaragoza. Javier Benito, dueño de la sala y recientemente nominado a “Mejor Programación” en los Premios de la Música Aragonesa, nos desvela cual es la clave de su éxito y qué cantante les hizo colgar un cartel de “Prohibido ir al baño”.
LBM – ¿Cuántos años lleváis dando la lata?
JAVIER – Catorce y medio, en septiembre haremos quince. Hay que celebrarlo, estoy pensando que podemos hacer. Me gustaría hacer un vinilo con canciones de los grupos que más nos han gustado que han pasado por aquí, con un diseño chulo de Oscar San Martín, que es el que ha hecho siempre la decoración. Estaría bien. Pero ahora a ver… Porque queda muy bien y el vinilo es muy bonito, pero luego hay que venderlo para recuperar la pasta. Y lo de vender discos ahora está complicado. Pero yo creo que con el núcleo de gente que viene por aquí y eso, sí que saldría y sería un recuerdo bonito. ¡Y son quince años!
LBM – ¿Qué riesgo conlleva apostar por la música en directo en estos tiempos?
JAVIER – Pues me lo preguntas un día en el que el riesgo ha sido mucho. El riesgo económico es evidente, sobre todo si pagas cachés, que es algo con lo que parece que hay una especie de guerra entre salas. Hay gente que dice que no tienes que pagar cachés porque el músico vale las entradas que vende. Que en cierto modo es cierto, pero también hay gente como Nick Garrie, que ha tocado hoy, que dices: “Ostia, es un tío que tiene toneladas de canciones preciosas, que tiene una trayectoria impecable desde los 60”. Y claro, le ofreces un mínimo; que si luego sale mal, pues mal.
Y luego el riesgo, que va vinculado a la parte económica, que es el desgaste que conlleva el hacer cosas para un público muy reducido. Todo el esfuerzo que inviertes – ya no digo económico sino el esfuerzo, el trabajo y las ganas – para luego tener cosas para veinte o treinta personas. Pero es un poquito lo que hay.
Yo creo que ahora Zaragoza está viviendo el mejor momento respecto a programación que ha tenido nunca.
Entonces hay tanta variedad y tanta oferta que es muy difícil elegir. Por ejemplo para el concierto de esta noche (que no me oigan ellos) estoy asustado porque creo que es la típica víctima propiciatoria. Porque ayer tocó León Benanvente, hoy toca Gabriel y vencerás que van un poquito en su rollo y son de aquí de Zaragoza y van a llevar gente y tal… Entonces coges la programación de febrero y hay tantísimos conciertos que no sabes a cual ir. Por eso es difícil que alguien escoja hoy sus siete euros en venir a ver a Buena Esperanza y Señores. No es que sea un riesgo que te vayas a morir mañana, pero sí que es un riesgo por el desgaste que te supone. Has puesto ilusión, ganas y de todo y luego hay diez personas, el músico lo está dando todo, yo lo estoy dando todo… pero acaba el concierto y lo que hacemos es llorar en el camerino y pensar: “Joder, pues qué putada. Pues ya sabes lo que hay…”. Que lo hacemos por ilusión, pero al final poco es…
«Si ahora mismo me quitaran las ayudas, la calidad de la programación que yo tengo sería inviable» - Javier -
LBM – ¿Qué necesita un grupo para tocar en la Lata?
JAVIER – Simplemente que nos guste. O sea, la gente igual nos tiene más encasillados de lo que yo creo que estoy encasillado. Yo llevo la programación y hay veces que la gente me dice que solo tocan “nosequién”. Yo creo que si coges la programación del año hay una variedad de estilos bastante amplia. Lo que pasa es que no me voy a poner a programar rap, ni hip hop y tal porque son lenguajes que no domino y que no tengo ni idea.
Yo que sé… Ya hay otros sitios donde tocan esos grupos. Y luego creo que tienen cabida todos los grupos de Zaragoza que más o menos encajan. A veces no es que te gusten cien por cien porque aquí no solo tocan mis amigos. Incluso grupos que no encajan mucho pero tampoco eres tú nadie para decirles “No, no, que no tocas”. Así que simplemente es que nos guste o que entre dentro de la línea que llevamos. Tampoco hay más misterio.
LBM – ¿Crees que detrás de cada bombilla hay un artista que ha dejado parte de su luz aquí?
JAVIER – Sí, porque creo que es un sitio que tratamos que los conciertos sean un poquito especiales. O sea, para nosotros lo son, entonces tratamos de que el artista también se sienta un poquito especial. Y eso genera una sinergia que se nota, luego la gente suele salir muy contenta; a veces también no somos amigos de todo el mundo y hay gente que sale rebotada y nosotros salimos rebotados. Pero sí, yo creo que sí que hay algo. Y que todos van haciendo también La Lata. Cuando empezamos hace quince años no esperábamos que determinada gente tocara aquí y sin embargo el rollo de esa historia que se genera hace que a la gente también le apetezca tocar aquí. Ellos vienen predispuestos y nosotros estamos predispuestos a que se sientan cómodos. Pero creo que el secreto simplemente es hacer las cosas con cariño y ya está.
LBM – Qué es más difícil: ¿sacar ideas para programar conciertos o programar conciertos que den ideas?
JAVIER – Ayer lo estuvimos hablando bastantes personas porque es un fenómeno que no acabamos de entender muy bien: por qué en España hay grupos de sala de cien personas a las que llevas cuarenta o cincuenta pero que si llevas ciento veinte es un exitazo y luego no hay un punto intermedio y das el salto a partir de las quinientas personas y lo petas. Luego ya están Los Planetas y demás que ya están en otra categoría. ¿Pero por qué no hay una clase media de la música española que funcione?
No sé. Yo creo que sí que aportamos ideas. Intentamos tener ideas como hacer conciertos a la hora de vermú, hacer cosas fuera… A veces hemos hecho hasta cositas en la calle para que la gente lo vea. Pero también generamos un poquito de público: gente que se fía de nosotros y que viene aunque no conozca al grupo. Eso te lo da también la coherencia a la hora de programar. Si haces cosas chulas la gente da por hecho que lo que va a ver está bien.
LBM – ¿Cuál es la sugerencia más absurda que os han hecho?
JAVIER – Yo creo que la palma se la lleva Mark Kozelek de Sun Kil Moon. Cuando todavía se podía fumar en los bares, él nos pidió que no se fumara, que no se hicieran fotos, que no hubiera teléfonos, que no se grabara nada… Y era un hombre que tiene fama de ser muy marciano y muy borde y yo a eso le añadí “y por favor, no ir al baño”; porque como el baño está detrás del escenario no le queríamos desconcentrar porque es un tío muy místico, que se mete mucho y además es borde. Nos hizo hacer los carteles de “No cámaras, no teléfonos, no fumar…” y yo añadí abajo “Y no ir al baño”. Y fue muy divertido porque la gente estaba muy metida y encima dio un concierto de hora y tres cuartos. Y hubo quienes descolgaron los carteles y se los guardaron porque les encantó.
Luego la gente te pide de todo. Aquí no tanto porque es más pequeño, pero como sí que programo fuera y tal… Hay gente que te pide hasta el tabaco: “Y dos cartones de Malboro”. Y piensas: “¡Ostia! ¿Qué te fumas dos cartones al día?”. O te piden una botella de whisky que luego no se la beben y luego se van con la botella en la furgoneta. Hay veces que lees los catering que te ponen y te lo mandan como si fuera para un festival. Es el rollo de “Si cuela, cuela”. Hay gente que te pone hasta las pilas: “Tres pilas de petaca de nueve voltios” y piensas: “Tío, cómpratelas tú, yo te pongo el catering y lo necesario…”. O las “toallas negras lavadas una sola vez”, pues hay gente que lo pide incluso en sitios pequeños, aunque no se las pones. Pero bueno, me ha tocado ir a un chino porque de repente te preguntan por las toallas y te quedas como: “Ah, ¿lo decías en serio?”. Doy por hecho que son cosas que pones ahí como una coletilla, pero vamos, si quieres una toalla, te la voy a comprar corriendo.
LBM – En tres palabras: ¿qué tenéis en vuestra lata que no tengan otras conservas?
JAVIER – El cariño que ponemos a los conciertos.
LBM – ¿Quién paga aquí la factura de la luz?
JAVIER – Pues lo hacemos con las ayudas .Por ejemplo, nos apoya Budweiser. La parte más más importante de mi trabajo se ha convertido en sacar recursos. Tienes apoyos generales: la DGA da una pequeña ayuda, el Ayuntamiento dentro del Ambar Z Music también… Y luego buscas cosas puntuales como Jagermeister, Coca Cola… el que sea.
Si por ejemplo necesitas trescientos euros para hacer un concierto, se trata de buscar a alguien que lo patrocine. Si ahora mismo me quitaran las ayudas, la calidad de la programación que yo tengo sería inviable. Es imposible que con las treinta y cinco personas que ha habido hoy al vermú, que por otro lado está muy bien que hayan venido, pero no pagas los gastos.
«Yo creo que ahora Zaragoza está viviendo el mejor momento respecto a programación que ha tenido nunca.» - Javier -
LBM – ¿Qué supone la nominación a los Premios de la Música Aragonesa?
JAVIER – Yo creo que poco. No soy muy de premios, he estado rajando toda mi vida de este tema, no lo entiendo. Y siendo totalmente sincero, a la hora de ir a recoger la nominación y tal, estás pensando un poco en que hay gente que le da más valor de lo que tiene o de lo que tú le das a este tipo de cosas. Luego a la hora de ir a Jagermeister o a la CAI para que te patrocinen un concierto pues lo que yo programo no lo conocen, entonces está bien que vean la nominación a “Mejor programación”. Entonces lo único es que veo que nos puede abrir puertas para gente que no entiende muy bien que estás haciendo pero le suenas y ve que generas buena prensa. Así parece que aunque no nos conozca puede funcionar y puede ir bien. Egoístamente es un poco lo que esperas: que te sirva para que te abran puertas después.
LBM – Vais más allá de la música y habéis hecho un proyecto con Gustaff Choos para dar la cara por Filipinas, ¿cómo nace esta idea? ¿algún otro proyecto futuro de este tipo?
JAVIER – Esto surgió por un amigo, Rafa de Mondo Sonoro, que estuvo viviendo en Filipinas y justo este año había ido antes del tifón. Y tomando algo en un garito pensamos en hacer algo para ayudar y generar fondos. Entonces siendo Gustaff fotógrafo y yo encargado de la programación pues queríamos juntar la música con la fotografía. Pensamos que el sleeveface era perfecto: te integras en la foto con las portadas que te gustan de los discos, de los conciertos que te gustaría ver. Y surgió así, tomando cañas.
LBM – Cinco actuaciones especiales que haya iluminado esta sala.
JAVIER – Eh… Scott Matthew fue muy chulo, muy chulo, muy chulo. Cualquiera de los Wave Pictures, que son de mis favoritos. Uff… Esta me cuesta porque no soy de mirar atrás, estoy más en lo que está por llegar. ¡Ah! Retribution Gospel Choir, por supuesto.
Es que hay muchos… Bart Davenport, que me gusta muchísimo también… Y Elliot Brood que vino un domingo.
Te he dicho cinco pero me salen muchos más: Amatorski, de este año… Pero claro, son recientes, a lo largo de quince años ha habido mucho más. Por ejemplo: el que decía antes de Mark Kozelek fue espectacular o Colin Hare de Honeybus, así de los 60 que fue una preciosidad, de esto que no te acabas de creer que este tío esté tocando aquí porque pensabas que es que ya ni tocaba. O Damon the Gypsy, que era un tío de la psicodelia de Los Ángeles de los 60 también, que además no vendió un disco cuando los sacó y de repente que esto esté lleno. Además es lo que más me gusta: los músicos que llegan y mientras los técnicos están pasando los cables o nosotros estamos montando el escenario, la gente que saca la guitarra, se sienta en una caja y se pone a tocar, y te giras y te das cuenta de que no hace falta más.