Sin duda hay pocos artistas que tengan una imagen tan definida como Julio de la Rosa. Su paso por el escenario nos deja siempre sin palabras pues su dureza y su elegancia son la bandera de las letras que nos canta en las que esconde poesías, trastornos, y muchos personajes que han nacido para vivir única y exclusivamente en sus canciones, pero bien podían ser el reflejo de la realidad.
Quedamos con él para hacer una buena terapia en grupo, de esas en las que se habla de canciones, de música, alrededor de una mesa con cervezas y un ambiente relajado. Ahora tenemos si cabe más ganas de volver a ver a Julio sobre un escenario.
LBM – ¿Cómo haces que quien te quiere a medias, cambie?
Julio – Me temo que no se puede. Esta canción habla de una relación con una persona que padece un trastorno pasivo agresivo, y es imposible ser feliz con una persona que padece este tipo de trastorno según dicen los especialistas. Puedes hacer que cambie, pero de ahí a que tú seas feliz…
Este tipo de personas necesita protegerse a la vez que reclaman protección, lo cual les lleva a hacer la vida imposible al que tiene al lado. Demandan pero cuando consiguen lo que están reclamando reaccionan a la contra. Este trastornos se descubrió en el ejército, ante las reacciones que tenían algunos soldados frente a sus superiores. Ahora, tristemente es el trastorno que más se padece en esta sociedad.
LBM – Cuando acabaste de escribir «Gigante»… ¿Tuviste la sensación de que te habías dejado a alguien fuera?
Julio – (risas) En realidad no pensé en ello, sino que me di cuenta de que había mucha gente a la que el personaje odia. Empecé a escribir posibilidades hasta que me di cuenta de que seguía añadiendo y la canción se sostenía, y sí, me deje a muchos fuera, pero porque no poner todos estos que son muchos.
LBM – Nos imaginamos que la escribías tipo “lista de la compra de odios”
Julio – Sí, sí, hice la lista, y aunque desde fuera no lo parezca, cada uno va hilado con el siguiente, porque si no sería imposible aprenderse la letra. Todo tiene relación. Originalmente la composición era, estrofa, puente, estribillo, pero a medida que la iba componiendo me daba cuenta de que la canción aguantaba que me comiera el estribillo. Eso le da un toque mucho más obsesivo.
LBM – Entonces, ¿no es una lista con tus odios personales?
Julio – No, en realidad es la declaración de amor de un sociópata. Se supone que son personas que se aseguran de proteger a “su chica” del resto del mundo porque son “los malos”, y a este tipo de gente se le pegan chicas que normalmente necesitan que las protejan. Dice, ese es imbécil, ese es imbécil, tú tienes que estar conmigo que te voy proteger.
LBM – ¿Cuál es la medida de una joya como tú? Ahora dirás 1,83 (risas)
Julio – Podría ser peor, podría decir 28 (risas) Esto surgió de un videoclip “casero” que me hice, con Laura, caminando por las calles de Malasaña, en el que le cantaba a la gente por la calle, y una chica se quedó mirando y dijo, ¡menuda joya! Nos hizo tanta gracia que lo dejamos en el Clip, y se me quedó en la recamara, hasta que lo he vuelto a usar.
Tal vez es lo peor que se puede decir a alguien, tú me necesitas.
LBM – ¿A quién le dedicarías la última palabra de kiss kiss kiss me? ¿Crees que ser sútil es una buena forma de insultar?
Julio – A ver, yo no se la dedicaría a nadie, son vivencias a las que te agarras pero no son cosas que yo sienta todos los días. Puedo sentirlo por unos instantes, pero yo no le desearía el mal a nadie. Digamos que son sentimientos a los que te aferras, para conseguir que llegue al receptor de la manera en que quieres que llegue, y son argucias que te inventas para conseguir un fin.
Hablo de un trastorno de la personalidad histriónico, que es muy típico de chicas, pero que actualmente ya se da también en muchos chicos. Suelen ser personas que son muy exhibicionistas, que les gusta mucho coquetear, hacerse desear, seductores, tanto que terminan volviendo loco a su pareja. Este trastorno suele sobrepasar los límites de lo normal, yo afirmo que un trastorno es algo que te hace daño a ti o a las personas que te rodean, sino es difícil determinar cual es la frontera entre un trastorno y la normalidad. Este tipo de personas pueden ser un poco sádicas, y hacer uso de su comportamiento para conseguir lo que quieren. Es la representación de una inseguridad.
Cuando empiezo a cantarla, me olvido de mí, me quedo solo con los personajes y empiezan a hablar solos. Llega un momento en que uno de los dos personajes le llama al otro subnormal. En realidad yo solo lo estoy representando, y tengo que convencer al que escucha la canción de que eso está ocurriendo, no tengo más que decirla así, con esa risa de por medio, para intentar que llegue, si la digo de otra manera seguramente no llegaría.
Es curioso porque esa palabra ni siquiera estaba escrita, surgió cuando estábamos grabando. Te metes en el papel, te emocionas, y cuando terminas la canción, pues te sale, el que está delante de ti se descojona, y dices, oye, funciona.
LBM – O sea que tus personajes al final se apoderan de ti?
Julio – Claro, no podría ser de otra manera.
LBM- Top 5 canciones para engrasar tu revolver favorito mientras te fumas un pitillo.
Julio – ¿Para que voy a usar el arma? Lo pregunto para meterme en la situación.
LBM- Para vengarte de alguien, por ejemplo.
Julio – Vamos, para matarle, porque vengarte de alguien con un arma es matarle (risas). A ver,
Gymnopédie de Satie, me da igual cual, la 1 la 3, creo que lo pasaría bien haciendo algo así con esa música. Pink holler de Papa M, me salen todo piezas tranquilas, pero es que tal vez la ocasión lo requiere, In the mood for love, de Silver Mount zion God bless our dead marines, y La Gallina Cocoguaugua, en plan hombre atormentado que lo escucha desde la habitación de al lado en su vida inventada de padre modelo.
LBM – En un corazón lleno de escombros, ¿cuándo es el turno de la limpieza y reconstrucción?
Julio – Cuando ves que se ha secado el campo, cuando consigues abrir los ojos y ves la postal. Te das cuenta de que no hay nada más que arrasar y lo único que puedes hacer es regar.
LBM – ¿La mejor manera de domesticar la fiera dentro es con un látigo de seda?
Julio – ¡Sin duda, muy buena! Tú eres de esas, ¿eh? (risas) Si lo dices es por algo.
Sí, porque independientemente del trastorno que tengas, un látigo es un látigo y a no ser que tengas un trastorno muy dependiente, muy masoquista, si eres mínimamente inteligente, si haces invisible ese látigo, vas a tener mucho mejores resultados. Y eso es algo que se da mucho, que estamos hartos de ver en las parejas: nadie quiere que le griten, nadie quiere que lo traten de cierta manera; a no ser que tengas algún trauma en tu infancia, que tus padres te hayan pegado o de que quieras seguir con el roll. Pero en principio, la gente inteligente va con látigos de seda y así está más sana del coco, porque si quieres conseguir algo…
Me estoy enredando ya con la respuesta, pero en cualquier caso creo que es más saludable: si necesitas usar un látigo, usarlo con cierta elegancia.
LBM – ¿Con que descripción te identificas más: Caballero o Canalla?
Julio – ¿Puedo no identificarme con ninguna? (risas) Pues eso. Es más un personaje, ¿no? Es como me describen con ambos términos. Una vez un amigo de Sevilla después de ver un concierto mío me dijo: “¡Eres un macarra elegante!” Fue la primera vez que me lo dijeron y me hizo mucha gracia.
A ver, yo aspiro a ser yo, con todas mis contradicciones. No me creo que alguien sea elegante sin más, ni me creo que alguien sea macarra sin más. La gente no es plana, incluso la gente que parece que es plana, no lo es. Hasta el asesino en serie tiene su corazoncito. Ese tipo tendrá sus contradicciones, pero tú tienes una imagen de ese asesino en serie. La gente no es plana. Nadie, absolutamente nadie es solo una cosa sin su contradicción. Somos monedas con dos caras. Y somos todo eso, no es que esté hablando del ying y el yang pero quizás sí (risas). Todos tenemos esas cosas.
A cada cara le puedes poner el nombre que quieras. A ver, yo soy yo, igual que tú eres tú. Igual a ti se te viene a la cabeza lo de caballero y canalla, pero es imposible (risas). Yo es imposible que sea un caballero canalla. Ni una cosa, ni la otra, ni las dos juntas. Nunca vas a saber quién soy, en cierto sentido.
Es como lo que dicen de que somos tres cosas: lo que tú piensas que eres, lo que los demás piensan que eres y lo que eres en realidad. Entonces es todo más complejo y más sencillo al mismo tiempo. Somos personas y como personas somos animales y ahí está el trabajo que hay que hacer.
Me estoy enrollando de nuevo, pero la cuestión es que los animales sobreviven y como decía José Antonio Marina: los humanos tenemos una tarea por hacer que es la de supervivir. Y ahí estamos, seguimos sin supervivir aunque podríamos. Está todo relacionado.
LBM – ¿Nos puedes explicar de qué va el juego?
Julio – (risas) Esa es buena, esa es buena. No lo sé. Me encantaría saberlo porque al fin y al cabo puede que quizá estés preguntando por el sentido de la vida.
Si lo entendemos como una relación, como a que aspiro yo en una relación, yo creía que lo sabía, pero no sé muy bien. Creo que es la pregunta más difícil que me he hecho jamás. No sé, yo creo que va de hacer sentir bien al otro mientras tú también te estás sintiendo bien haciendo sentir bien al otro. Se deben dar una serie de factores que no siempre se dan, con lo cual es muy complicado.
Supongo que el juego va de eso que he dicho antes, pero no sé. Hay gente que sí que le gusta poner reglas al juego y hay otros que prefieren no ponerlas y que vayan surgiendo. Pero somos seres sociales y como seres sociales que somos, son inevitables unas reglas. Yo no creo en la anarquía igual que no creo en la democracia, pero tampoco creo en la dictadura. Y no hay nada que conjugue todo eso. Con lo cual creo que el ser humano está avocado a la miseria (risas), porque mientras, como decía antes, no nos dedicamos a supervivir. ¿Cómo nos dedicamos a supervivir? Al fin y al cabo es el pez que se muerde la cola.
«Yo afirmo que un trastorno es algo que te hace daño a ti o a las personas que te rodean» - Julio -
LBM – ¿Lo común de las maldiciones es que siempre están llenas de trampas?
Julio – Bueno, yo creo que para que existan esas maldiciones uno tiene que haber caído en una trampa real o virtual. Maldecir sin más no tiene mucho sentido. Esa trampa te la pones tú mismo, pero yo creo que ya nos estaríamos yendo a la canción número 9 (risas).
Es a lo que me refería antes. Sí, yo he sentido esa sensación de la que habla la canción, de echarle una maldición a una persona; ese momento de odio frontal, eso lo he sentido. Y en este caso en concreto, tal y como lo sentí, decidí que no podía tener eso en mi cuerpo, tenía que deshacerme de ello. Ni soy así, ni quiero serlo. Entonces automáticamente a esta canción, que para mí era la canción hortera, decidí ponerle una letra súper negra y de paso quitarme esa sensación.
Empecé a escribir algo que me sonaba a una maldición gitana y de hecho puse en Google “maldiciones gitanas” y acabé copiando una, que me parece lo mejor de la canción y no es mía. Yo la cambié pero decía algo como “lágrimas que a ti te inunden que nunca puedas dejarlas caer”. Lo demás todo es mío, pero esto en concreto es una maldición gitana que me parece muy buena. Y cogí la idea de ella, no recuerdo como era originalmente, pero era muy parecida.
Pero bueno, nada es del color que tú ves. Lo que estás viendo es el color que desprende al ojo humano. Mis canciones son eso. Yo tengo que mantener mi equilibrio emocional a través de quitarme de encima todo lo que no me gusta. Y en esta canción yo estoy sintiendo algo que no quiero sentir y lo sentí durante una hora. Es una manera de decir que eso lo quiero fuera de mí.
Una de las facetas que para mí cumple el hacer música es la de estercolero (risas): coger toda la mierda y quitártela de encima. En este caso concreto es esta. En otras es algo más divertido. Pero en este disco hay bastante estiércol que necesitaba quitarme de encima (risas) para poder sobrevivir; la putada es que nos conformemos con sobrevivir y no lleguemos a supervivir.
Sé que no he respondido a la pregunta, pero va por ahí.
LBM – Aunque la sal escuece en nuestras heridas, ¿nos ayuda a cicatrizar y avanzar?
Julio – No. La sal en una herida no ayuda a avanzar, simplemente escuece, no ayuda nada, te hace daño. Igual una vez que la herida ha cicatrizado sí que te ayuda a avanzar, sí, pero yo preferiría que no hubiera heridas. Por supuesto que no hubiera sal y ya si nos ponemos, que no hubiera heridas. Pero parece que es inevitable. Ya la cosa es como lo gestionas.
Yo lo gestiono fatal. Y la música sirve, pero no tanto como yo creía. De hecho hubo una temporada que estuve yendo a una terapeuta- esto no lo he dicho en ninguna entrevista- y ella me decía que no, que no intentara engañar a nadie, que hacer canciones ayuda, pero la cuestión es otra. Obviamente el hacer música, el quitarte los fantasmas que es de lo que hablamos ahora, sí que ayuda a quitarte la sensación. Al fin y al cabo es cuando un niño pequeño monta una pataleta, es una pataleta de niño pequeño, pero es necesario. Y la terapeuta me decía que eso hay que hacerlo en la vida, no en el arte. Y tiene razón. La cosa es así. El arte claro que ayuda y claro que es necesario e importante, pero más necesaria es la vida.
LBM – ¿Llegar tarde a todas partes evita que te aburras aquí detrás?
Julio – ¡Guaoo! ¡Ahí ya te has liado! (risas) Ostia, es que no veo la relación, aquí me lo pones difícil. No, llegar tarde a todas partes es una tontería, es una gilipollez. Hoy he llegado 8 minutos tarde, creo, (risas), pero no soy una persona excesivamente impuntual.
Sí que soy una persona que se aburra detrás, al fin y al cabo no puedo decir que no me gusta estar delante. Pero si intento profundizar un poco en tu pregunta, yo creo que lo interesante aquí es sentirte valorado. Ya no valorado artísticamente, ni creativamente; si no valorado emocionalmente en tu relación con los demás. Entonces mejor me callo y lo dejo así (risas).
LBM – ¿Qué haces cuando no encuentras una palabra que te haga reaccionar?
Julio – ¡Uff! Eh… cosas malsanas (risas).
LBM – ¡No digas nada más, déjalo así que ha quedado como una sentencia! (risas)
Julio – Lo dejo ahí (risas).
LBM – Recomendación musical.
Julio – Me pones en un aprieto porque tengo unos cuantos amiguitos que hacen música. Pues así a bote pronto se me ocurre Ana Franco de Coffee & Wine. Se me ocurre León Benavente, Rusos Blancos, Holywater, Maryland, Niño y Pistola… Hay algunos que no conoce nadie y son brutales.
También está Havalina, que en directo son brutales. Tulsa también mola mucho, que se ha vuelto ahora a vivir a Madrid y lo he intentado pillar para lo del Lara, pero va a ser un poco locura, no va a poder ser.
JF Sebastian tiene cosas muy chulas, tiene canciones muy buenas. También Dani Llamas, el guitarrista de mi banda, tiene un par de discos en solitario que me gusta más que con su banda de toda su vida. Me gusta especialmente su segundo disco “Minor Epic”.
¿Qué más…? Bandini, de la escena madrileña, que nadie les ha hecho ni caso y Richard se ha ido a Chicago a currar y a hacer una banda allí y le está yendo mucho mejor.
Hay un amigo de Jerez, de mi pueblo, que está ahora en Madrid, que se llama Alejandro Olmedo. Ha montado una banda que se llama Burning Parachute. Han hecho cinco canciones por ahora y hay tres que son brutales. Ya no sabes si los amas porque los conoces, pero yo lo oigo y me emociono.
Este tipo de preguntas son una putada, porque me estoy dejando seguro a mis mejores amigos y luego van a decir: “¡Qué hijo de puta, que no nos mencionas!” (risas)
Gracias a Pizza al Cuadrado por cedernos su espacio para nuestras entrevistas!