Noche de WIC, noche de Cárcel y de llevar nuestros pasos a Segovia para volver a disfrutar de una sala, la Julio Michel, donde la música resuena alto para que este reducto castellano descubra las nuevas apuestas que Víctor Sanz programa. El sábado le tocaba el turno Junior Mackenzie. Nombre de tintes americanos bajo el que se esconde el valenciano Juan Fortea, pero que ya no es solo él, ahora el nombre les pertenece también en cierta medida a sus músicos que, como fieles escuderos, le están pertrechando para llevar éste Files of Life a lo largo y ancho de la península.
Venían a Segovia con todas las ganas de darse a conocer a los abonados del WIC y a todos aquellos que desafiando el temporal de fríos vientos y nieve se atreviesen a romper el hielo con música. Puntualísimos salían a escena para poder llevar a cabo un show de dos horas donde un extenso repertorio les iba a sacar casi en volandas. Aunque si somos sinceros, no solo el repertorio elegido, ni la maestría a la hora de ejecutarlo, fue lo que hizo que los asistentes cayeran rendidos a sus pies, tuvo bastante importancia también el hecho de que Juan interactuase de forma simpática y constante con el público preguntándoles cómo se encontraban y si les estaba agradando la velada. Un millón de riffs de guitarra, la sonora presencia del contrabajo, incluso hasta el saxofón que también tuvo su par de momentos estelares, hicieron que las canciones elegidas para el set refulgiesen con una presencia estelar.
Por fin veíamos a la formación encajar todos sus puestos maravillosamente, pues la llegada de Ben para cubrir de forma habitual su cometido a la batería, ha logrado que luzcan como una familia bien avenida que lleva la música por bandera. Incluso en un momento de euforia se veían capaces de llevar a cabo la sustitución de Maika Makovski a quién Juan suplantaba la voz en su canción So Young, donde comparten discusión amorosa ficticia. Durante un instante mágico, sin micro y sin amplificar nos regaló también su voz desnuda para que no nos quedase ninguna duda de que en cada concierto los Mackenzies están dispuestos a dejarse la piel para su público.
Prácticamente en volandas, con una sonora ovación, abandonaban el escenario de la cárcel donde estamos seguros van a ser recordados durante mucho tiempo.
Autor: Shara Sánchez
Fotos: Carlos Toe