Hasta hace relativamente poco, hablar de Junior Mackenzie era hacer referencia a Juan Fortea, un músico valenciano que bajo ese nombre nos deleitaba los sentidos con composiciones que traspasaban sin problemas nuestras fronteras. De un tiempo a esta parte, la consolidación de los músicos que le acompañan ha conseguido que al referirnos al proyecto encabezado por Juan, lo hagamos con la seguridad de que tras él se encuentran cuatro excepcionales músicos que han logrado elevar el proyecto a proporciones que se salen de los marcadores nacionales habituales.
Si en los tiempos que corren encontrar una banda con la que compartas no solo aspectos personales sino una alineación musical de esas características es como un sueño, ellos lo han logrado y nos lo ponen en bandeja para nuestro disfrute.
Antes de que pusieran en pie y con las manos rojas de aplaudir a los asistentes al WIC segoviano, nos encerramos en un camerino con ellos para soltarles a bocajarro unas cuantas preguntas sobre su último trabajo, un disco que todavía tiene mucho recorrido.
LBM- ¿Dónde encontraste los archivos de la vida?
Juan– Las once canciones que componen el disco, con la intro, se compusieron a lo largo de los años. Iba escribiendo cada canción, la maquetaba y se quedaba guardada para retomarla en su momento. A nivel emocional abarca una época de mi vida que fue bastante difícil, por eso son canciones en las que encuentras desasosiego, desarraigo y hasta desamor.
No hubo nada premeditado a la hora de hacer las canciones, solo transformar algo oscuro en algo bonito y lleno de luz.
LBM- Y ¿dónde los guardas?
Juan– Desde que están grabados es más sencillo. Es terapéutico (risas). Ahora habrá que buscar hacer unos Files of Life desde otra perspectiva.
Ben– Files of the After Life (risas).
LBM- ¿Qué podemos descubrir contigo, o en este caso con vosotros?
Eloy– Pues yo creo que algo muy completo. Una mezcla de sonidos que bebe de la música americana… jazz, folk, rock e incluso alguna parte de música orquestal. En este país es raro que los músicos se preocupen tanto por pulir sus canciones y sobre todo por abarcar algo tan completo.
Ben– Yo soy el más nuevo en el grupo y cuando hace seis meses empecé a escuchar el disco para entrar a formar parte de la banda lo asemejé mucho con un libro, cada canción es un capítulo. Todo está en su sitio y tiene una función.
Juan– Veo el disco como un conjunto. Se tiene que escuchar completo y no por canciones. El problema es que a día de hoy la inmediatez hace que el público demande singles todo el tiempo. Por otro lado, creo que en el disco hay grandes aportaciones de carácter personal a las composiciones que yo creé originalmente; los músicos que me acompañan y grabaron el disco, el diseño, etc… La música crece cuando no hay ego.
LBM- ¿Es mejor quedarse sin chistes o sin canciones?
Juan– Sin chistes. Seguro.
Eloy– Yo creo que lo bueno es que Juan tiene esa parte de sarcasmo que se puede combinar en el escenario con las canciones así que aquí perviven ambas cosas.
LBM- ¿Os consideráis optimistas o pesimistas?
Ben– Yo soy muy optimista y, a pesar de tocar en otros proyectos, cuando miro esta banda lo hago con una mirada llena de optimismo por la calidad musical que derrocha.
Eloy– Sí, somos optimistas hasta dar asco (risas).
Juan– Yo reconozco que cuando he ido creciendo, madurando y venciendo a todos mis demonios he ido escalando posiciones en el optimismo. Si me hubierais visto hace seis años habríais pensado que llevaba una nube negra encima. Cuando te das cuenta de que mundo de la música es más importante “el hacer que llegar” empiezan a salir solas muchas cosas.
LBM- ¿Pesa demasiado ir con pies de plomo?
Juan– No, a lo loco (risas). Considero muy complejo presentar este disco en estado actual de la industria. Es difícil porque las canciones se asemejan a la tendencia actual del mercado, pero también es cierto que cuando se nos da la oportunidad, la gente se enamora.
LBM- De los colores del cielo ¿cuál es vuestro favorito?
Eloy– Azul verdoso, como mis ojos (risas).
Ben– Yo diría que negro, me gusta el infinito y la sensación de no ver pero saber dónde está cada cosa.
Mauricio– Yo adoro el color del atardecer.
LBM- ¿Cómo se encuentra en el mapa un lugar llamado ningún sitio?
Juan– Viajando mucho. Viviendo mucho. En ocasiones bebiendo mucho también.
Mauricio– Yo tengo algo especial con esa canción, porque soy de Medellín y he rodado mucho. De niño solía ponerme camisetas en la cabeza para simular que tenía el pelo largo, tocaba guitarras que me hacía con cualquier cosa y la verdad que ahora, tocando ellos, siento que he encontrado un lugar donde sí quiero estar.
Ben– Mi vida también es un poco ser de ningún sitio y ser de todos. Nací en América, viví en China y ahora vivo en España. La mochila es tu hogar, donde tienes tus cosas, el resto son lugares donde estás en ese momento.
Eloy– Yo creo que es importante enriquecerte de otras culturas y lugares.
LBM- ¿Nos hace falta desconectar para conectar más?
Ben– Sí, incluso a nivel personal.
Juan– Se ve en lo que nos rodea. Caminamos por la calle y todo el mundo está con el teléfono, se nos ha ido de las manos la parte necesaria. Vivimos en Matrix y vamos a peor. A menudo cuando manifiesto esto me llaman hippie, pero la realidad en la que vivimos nos quiere distraídos y abotargados.
Mauricio– Es un tipo de esclavitud.
«Veo el disco como un conjunto. Se tiene que escuchar completo y no por canciones. El problema es que a día de hoy la inmediatez hace que el público demande singles todo el tiempo.»
-Junior Mackenzie-
LBM- ¿Es la música una buena herramienta para desconectar?
Juan– Sí, hacerla y disfrutarla.
Ben– Toco con las dos manos, no puedo conectarme (risas).
LBM- ¿Cuánto tiempo hace falta para pasar de sonámbulo a soñador?
Juan– Yo creo que el tiempo necesario para darte cuenta de lo que quieres hacer en tu vida. Esa canción habla de una vida estándar con cinco días laborables, los horarios a los que nos sometemos, la rueda en la que entramos como sonámbulos… Cuando empezamos a añadir lo que nos hace feliz es el primer paso para darnos cuenta de que estamos en un bucle que no nos hace felices. La vida que tenemos nos encorseta en el sistema a base de miedo.
La sociedad en la que vivimos no está preparada para que la gente luche por sus sueños.
Mauricio– A menudo me preguntan qué como me gano la vida y siempre respondo lo mismo: yo me gano la vida con la música porque la música es mi vida. Luego tengo otro trabajo para pagar facturas.
LBM- ¿La oferta cultural de consumo rápido nos hace menospreciar el arte?
Juan– Depende, porque por ejemplo para mí el arte es eterno. Aplicado a la música podría describirlo de la siguiente forma: hacer un disco que puedas escuchar hoy y dentro de veinte años, es arte. Hay muchas bandas que no escucho hoy y no escucharé mañana por eso no lo consideraré nunca arte.
Respeto profundamente a todos aquellos que están abiertos a escuchar, compran discos, van a conciertos y apoyan discos a sabiendas de que no es una banda de moda. Eso es lo que más valor tiene de hacer un trabajo con el que estás a gusto, dejar a un lado del “Mc Donalds musical”.
LBM- ¿Qué rompe vuestra alma en el estado actual de las cosas?
Juan– Todo. Vivimos en un país que es similar a una película de los Monty Python. Siempre pienso que si de verdad hay alienígenas al otro lado mirándonos, deben estar partiéndose de la risa.
Me da miedo especialmente que se está imponiendo el fascismo y que todo sea “normal”. Empezamos a normalizar que haya violaciones, que los políticos roben… mientras nos den el fútbol y el festival de turno, lo demás si no es en tu piel, lo dejas a un lado.