Conocíamos a Kuve antes de que Regresión, su primer disco, viera la luz. Comenzaban en ese momento una nueva etapa, tocando acompañados de una banda, dándole un toque diferente a un trabajo que hasta el momento habían hecho ellos solos. Muchos meses llenos de directos, fechas en las que han tocado junto a otros grupos, y algunas en las que han sido los únicos protagonistas, en escenarios de salas, festivales, y con kms a sus espaldas, separaban ese nuevo reencuentro desde aquel día en que nos conocimos.
Habían anunciado que el día sería una fiesta. La gran fiesta de Kuve y sus amigos. Entre los invitados caras muy conocidas, habituales de nuestros conciertos, asistentes al evento como los demás, mezclados entre nosotros. Siempre es bonito ver la música arropada por otros artistas que acuden a disfrutar de un concierto, un acto cotidiano que ellos más que nadie saben que hay que defender.
Así, listos, al calor del Costello, aparecían Kuve. La sonrisa sincera de Maryan iluminaba la cueva, llenaba de color la noche y con expresión agradecida comenzaba a cantarnos, rodeada de sus nuevas armas de guerra. Sinterizadores, un Mac, pandereta, la fortificación que ha construido en torno de su música, es también física a su alrededor cuando pone de manifiesto su arte ante el público. El peso del grupo se sustenta sobre su voz y sus ganas, con garra y firmeza los temas van surgiendo de su garganta.
La noche prometía ver cosas únicas. El primero en salir a escena era Sala, acompañado de Kjetil, ambos no podían más que poner el toque canalla, como es costumbre en su música. Versionaban Friday I´m in love, y el clásico dejaba de serlo para transformarse únicamente en su visión de la canción de The Cure. Conexión enorme, y amistad se dejaba ver entre Sala y la vocalista de Kuve.
El segundo hueco de la noche era para Alberto Jimenez, entre un gran aplauso por parte de los de abajo, y un abrazo cariñoso y sincero por parte de Maryan, nos demostraba que había ensayado lo que iba a cantar. No había miedo a equivocarse, en este caso todos estábamos esperando el momento, y encajaban a la perfección. Sin buscar habíamos vuelto a encontrarnos, no sabemos si por casualidad o accidente.
Turno para el más alto de la sala. Mikel Izal subía al escenario de la Costello, y se ayudaba de un atril en el que tenía la letra del tema que iba a cantar. Los fans de Izal se hacían notar, y coreaban al unísono que nadie nos había dicho, pues ellos también querían participar en este mágico evento, lleno de efectos especiales y apariciones estelares.
El punto final a las colaboraciones era tal vez el más emotivo. Sean de Second unía la voz con la de Maryan en una canción que el mismo ha compuesto. Seguramente lo que nosotros veíamos en ese momento ha sido algo habitual durante todas sus vidas, gestos, abrazos, cantar hombro con hombro, para nosotros en ese momento la conexión hubiese podido sentirse más allá de cualquier canción, fuese quien fuese quien la hubiera compuesto.
Con la certeza de que Kuve han ido a pasos cortos pero seguros, progresando en este mundo de locos, transportándonos a base de vueltas, de tambores rotundos, desde cualquier sala de conciertos hasta el mismo Singapur, despedíamos el año conciertil de estos chicos, que desde el primer minuto nos miraron a los ojos y nos dijeron con sinceridad, vamos a luchar por hacer realidad nuestro sueño.
Autor: Shara Sánchez