El mundo de la música está lleno de talentos ocultos; Jóvenes artistas comienzan en sus ciudades, con recursos limitados y cargados de esperanza, proyectos que pueden revolucionar lo que otros escuchan. Sin duda, muchos son los que con su trabajo, hacen de vehículo para que no nos pasen desapercibidos los que han sido tocados con el don del talento.
Cuando hablamos de Matías Uribe como periodista, a nuestra mente viene esa persona que nos ha hablado por primera vez de artistas que en pocos años han vivido una carrera meteórica llena de éxitos. Por lo tanto, que dedicase un tiempo a responder a nuestras preguntas, es para nosotros a partes iguales un honor y una clase magistral de la que no perdemos detalle.
LBM – Está claro que hay crisis en la industria musical, ¿pero hay también crisis de creatividad, de nuevas propuestas?
Matías – No. No hay crisis de nuevas propuestas. Lo que ocurre es que en esta jungla, pese a la crisis, en que se ha convertido el mundo musical, y más el del disco, resulta muy difícil asomar la cabeza. Lo que no deja de ser paradójico: abundancia de grupos y discos y ausencia cada vez mayor de estrellas. Si se investiga, si se bucea por Internet son incontables los buenos discos que se siguen editando. Otra cosa es que esos discos traigan una nueva revolución sonora, que no. La generación de los sesenta y de los setenta, e incluso la de los 80, lo puso muy difícil a las generaciones posteriores.
LBM – Viendo cómo van perdiendo poder las discográficas, ¿crees que el futuro está en la autoproducción y en proyectos como el crowfunding?
Matías – Pues por ahí o por algo similar. Los grupos tendrán que hacer obras de ingeniería si quieren tener presencia en el mercado discográfico. Desde luego que nadie piense en salir y que una multinacional les eche el guante. Eso se acabó ya. El futuro es la autoproducción, la presencia en Internet o fichar por algún pequeño sello. Los días de vino y rosas de las discográficas pasaron a la historia.
LBM – ¿Qué opinas de la proliferación de blogs y webs de aficionados que escriben de música sin tener grandes –y en muchos casos ni siquiera pequeños- conocimientos?
Matías – Pues como en todo. Escribir de Física cuántica o de Historia Antigua sin tener los conocimientos no ya básicos sino algo más, pues no sirve de nada. En Internet hay mucho impostor y mucho mediocre. La libertad de acceso a la escritura del tema que sea permite estas aberraciones. Por eso hay que andar con pies de plomo y encontrar el lugar adecuado donde informarse. Afortunadamente existen blogs y webs musicales fantásticas. A las malas se les ve el pelo de la dehesa enseguida.
LBM – Está claro que la tecnología ha permitido grandes avances en la industria musical, ¿pero crees que tiene aspectos negativos como la pérdida de esa “humanidad” que tenía el vinilo y la pérdida de matices al comprimir tanto los archivos?
Matías – Bueno, tampoco hay que idealizar el pasado, vivir en el romanticismo permanente. Mientras contesto estas líneas escucho en vinilo uno de los grandes álbumes de King Crimson, ‘Red’. Está bien, pero no deja de ser un coñazo ir a la estantería, buscarlo, colocarlo en el plato, que la aguja entre bien en el surco, que no ‘fritee’… Más que humanidad, hay irritación, a veces, si no suena como debe. A mi me encanta el vinilo, sobre todo por la parte gráfica, pero el cedé tiene muchas ventajas, y la pena es que con el tiempo también va a desaparecer a favor del ‘streaming’. Sobre la compresión de sonido, si la cosa está en cifras decentes, de los 120 Kbs para arriba (lo ideal, los 320), pues no se pierde tanto como se cree. Hay una leyenda exagerada en torno a la calidez y el buen sonido del vinilo. Para ello hay que contar con equipos caros y con vinilos de 180 gramos, que lamentablemente no era el peso con el que se editaban en su momento.
LBM – ¿Hasta qué punto está primando la imagen del artista sobre la calidad musical?
Matías – Siempre fue algo habitual. No es nada nuevo, aunque ahora al ser más mediática la música pues la imagen está más presente. En la inteligencia del oyente está discernir bien una cosa de otra.
LBM – ¿Crees que las discográficas y otros organismos se excusan en la piratería para justificar la caída del sector?
Matías – La industria misma facilitó las herramientas para que decayera la venta de discos. Posteriormente la piratería lo arrasó, es cierto. Una pena, pero bien es verdad que las discográficas cometieron abusos intolerables con los precios y las ediciones tan cutres que hicieron, acudiendo a prensajes infames en los vinilos, recortando créditos y carpetas y luego editando los cedés de forma chapucera, con un libretito de cuatro páginas, la caja de plástico…
LBM – Ahora que se está volviendo al vinilo, a las reediciones de los Beatles, a los clásicos… ¿también en la música cualquier tiempo pasado fue mejor?
Matías – El pasado, pasado está. Pero obviamente es una fuente de conocimiento y cultura que hay que preservar, conocer y disfrutar. Los Beatles, como tantos grupos de los 50, 60 y 70 son un tesoro, una lección de historia y música que hay que conocer y gozar, pero tampoco es conveniente atarse al pasado como única fuente alimenticia, cultural y musical. Hay un presente fecundo, como habrá un futuro.
LBM – ¿Qué opinas del papel que juegan las redes sociales, la publicidad a través de ellas, a la hora de vender un disco?
Matías – Muchos grupos afirman que sus últimos trabajos se han vendido gracias a ellas, ¿es una nueva forma de pasar la información boca a boca? Son una canal más para que la información fluya, lo que no quiere decir que tenga un crédito máximo. Convertir en tótem sagrado lo que circula por las redes me parece una degradación de la información y del periodismo en sí harto lamentable.
LBM – Has escrito y colaborado en numerosos libros musicales, ¿algún proyecto futuro de este tipo? ¿Llegaremos algún día a leer algo como “El sueño de The Amarals”?
Matías – Uff, no creo que nunca llegue ese sueño de Amarals. Ando desde hace años preparando de forma intermitente un estudio de la música aragonesa en los sesenta, pero no acabo de hincarle el diente como debiera ni ponerme a ello con la dedicación debida. Me desinflo a menudo porque no creo que en estos tiempos de sobreinformación sea un tema que interese demasiado, pero me gustaría acabarlo un día, sobre todo como reconocimiento a toda aquella gente que hizo música en esta tierra en tiempos tan complicados. No deben ni pueden perderse en el mayor de los ostracismos.
LBM – Sugiérenos cinco artistas nuevos o poco conocidos de los crees que podrías llegar a escribir aquello de “ha nacido una estrella”.
Matías – Es imposible. Hay decenas y decenas de nuevos discos y artistas, pero en medio de la jungla actual es difícil que un tronco destaque más sobre otro. El tiempo de las grandes estrellas si no se ha acabado está agonizante. Saldrán con cuentagotas, si salen. La prueba es que desde Nirvana no ha salido un grupo de calidad que arrastre masas como lo hacían y lo siguen haciendo algunos veteranos. Hablo de grandes estrellas, de figuras con poso y calidad. Que Coldplay o Muse sean grupos llenaestadios o no digamos las Gaga y compañía o el gran timo de los DJ’s es síntoma de lo que digo. La salud musical del presente no está en las nuevas estrellas sino en los grupos de perfil de popularidad media o baja. Pero ojalá me equivoque y en nada veamos a un nuevo Dylan, a un nuevo Springsteen, a un nuevo Elvis, a unos nuevos Rolling, a unos nuevos U2…, pero me temo que será complicado.