Desde que hace unos meses, pudimos paladear el sabor de las noches de Owl Captain, estábamos expectantes ante su debut en Madrid. La fecha fijada, un miércoles de octubre en Costello, estaba bien recalcada en nuestro calendario emocional, pues queríamos saber si las noches se viven igual contadas que en la propia piel.
Llegábamos madrugadores a la cueva, con esa sensación de hogar que nos envuelve cada vez que traspasamos las pesadas puertas que separan la música del mundo exterior. Fuera dejábamos las prisas, esa sensación de contar cada minuto y nos preparábamos para escuchar sin barreras con la única expectativa de disfrute.
La banda de la que Gonzalo se había rodeado para la noche desprendía sensación de nuevo, estrenaban un nuevo batería que no había participado en la grabación de Nights. Sin embargo, todos implicados por completo, aguardaban su momento para subir a tocar. Salía primero Gonzalo, como abanderado de su propio proyecto y uno a uno tomaban las posiciones que defenderían con garra durante su tiempo en escena. Las noches llenaban de luz el Costello, con rayos, humo y reflejos, pintaban uno a uno los temas que componen este joven Ep. No dejaban atrás la dosis de humor, se presentaban, nos contaban sobre ellos e incluso escuchaban los gritos del público más atrevido. No había llegado ni la mitad del Set List y tenían a los asistentes en el bolsillo.
Con tiempo para alguna canción nueva, que muestra que en lo que Gonzalo está trabajando sigue la misma línea e incluso la mejora, confirmaban que pueden ir madurando de forma agradable en cuanto las oportunidades de tocar se vayan presentando. Una dosis más que justa de pop, brillaba despuntando en canciones donde nada era lo que parecía y la melodía se fundía entre capas instrumentales y distorsiones. Nos dejaban con la grata sensación de que pronto escucharemos hablar de lo que ha nacido de forma cuidadosa en El Invernadero, bajo la atenta mirada de Brian Hunt.
Para decir adiós a un Costello repleto que vencía un día de futbol, se bajaban del escenario con una sonrisa repartiendo besos y abrazos entre aquellos asistentes que les aguardaban, algunos viejos conocidos y otros, llegados hasta allí por mera casualidad.
Autor; Shara Sánchez