Comenzar esta crónica y no decir, “Llamadme Ishmael”, sería una auténtica ofensa hacía la ballena que presidía el escenario donde tocaron Pasajero el sábado por la noche. Salíamos de casa desafiando a un clima enfurecido, a una ciudad colapsada y a un partido de futbol a escasos metros de donde se celebraba el concierto. Aunque todos estos factores puedan parecer detalles de poca importancia, solo algunos comprenderán que Madrid en ese estado es mortal. Íbamos con todas nuestras ganas, en busca del fin de gira soñado.
Sala más bien llena, caras conocidas, y muchas caras nuevas. El grupo ha ido calando poco a poco, con garra, con la misma furia que reside en algunas de sus canciones, y nosotros nos hemos ido alegrando de cada nuevo seguidor, de cada nueva incorporación a este viaje. Todos somos Pasajeros, nos lo han demostrado, nos lo han cantado.
Habían anunciado, ante nuestra insistencia entre otras cosas, que habría canciones nuevas. Canciones de lo que será el nuevo trabajo de Pasajero. Y así fue. Estos nuevos temas llegaron cargados de emotivas dedicatorias, pero también con dureza, pues la situación social no queda a parte de las letras de la banda. Llegaron y nos deslumbraron. Si Radiografías es un disco trabajado desde cada una de sus canciones, a primera vista lo que viene es la afirmación de que el grupo en el que Josechu Y Dani pusieron toda su energía, solo va a seguir una línea ascendente. Sonando de maravilla y con la emoción de sentir como coreábamos cada una de las letras, sentíamos como perseguían sin descanso perfección.
Y entre canciones sin título, y otras que son tan conocidas para nosotros, que es como si las lleváramos tatuadas en la piel, nos dejábamos envolver por en la maravillosa capacidad que tiene el Rock de Pasajero para pintar los lugares de otro color, para hacernos sentir mejores. Ellos nos han dado la clave de nuestra vida en una sola frase; Es mejor vencer en secreto, persigues esa luz, o ella te persigue a ti. En este caso la luz que acompaña a lo que ellos hacen, siempre nos convierte en personas un poquito más felices, tal vez porque nos recuerda que estamos vivos, y lo demás no importa.
Por eso unos cuantos meses sin Pasajero, son demasiados meses. Tal vez puede que sepamos reconocer nuestras huellas, y siempre en la mitad, nos volvamos a encontrar.
Autor; Shara Sánchez