A pesar de las diversas opciones musicales que Zaragoza ofrecía el pasado viernes, desde el principio tuvimos claro que solo había una elección correcta y era disfrutar de la magia de Rufus T. Firefly en La Ley Seca, una sala donde el rock vibra en cada rincón.
En los minutos previos al concierto, siguiendo el hilo de la excelente música que siempre suena en el local, Bowie nos susurraba que podemos ser héroes just for one day. Y así fue, por una noche, estos cinco chicos nos transformaron en héroes de historias imposibles.
¿Y qué mejor que acompañarse de unos maños para comenzar el hechizo? Con puntualidad española, es decir, casi media hora tarde (pero el rock es como un mago: nunca llega tarde ni pronto, llega exactamente cuando se lo propone), Stabilito salía a escena. Partiendo de la rebeldía rockera que les caracteriza e imprimiendo de vez en cuando notas de psicodelia, presentaron algunos temas de su nuevo disco y regalaron una actuación de energía ilimitada.
Seguidamente, tras montarse ellos mismos en un momento sus instrumentos (lo que comúnmente se conoce como filosofía Ikea), Rufus salían a escena. Con camisas de cuadros ellos y ellas con camisetas negras, en plan uniforme informal, arrancaron con una intro que sirvió para que toda la sala bailara y sintonizara en la misma onda que la banda. El conjuro musical prosiguió con “Otras vidas” y así hicieron un repaso a su último trabajo aunque hubo también espacio para rescatar canciones antiguas.
La potente voz de Víctor (y su flequillo más icónico incluso que el de Eva Amaral), acompañada al bajo y a los coros por la dulzura de Sara, los teclados siderales de Alberto, la fuerza hecha guitarra en Carlos y las descargas de electricidad de la batería de Julia, hicieron de la noche un paréntesis en este mundo musical falto de nuevas propuestas.
En canciones como “Ya de niños odiaban la música” la respuesta del público fue apabullante: coros, saltos, gritos… Éxtasis colectivo. Y en otras como “La historia secreta de nuestra obsolescencia programa”, los ahí congregados preferimos guardar un respetuoso silencio, casi hipnótico, para dejarnos llevar por los matices de la voz del vocalista. Y como los Rufus se salen de lo común en todos los aspectos, en lugar de parar para hacer los bises, hicieron “una pausa para tomarnos un chupito de José Cuervo”.
Tras esto, dieron las gracias varias veces a la Ley Seca, al público y a la iniciativa de “Girando Por Salas”. Con este gesto demostraron que a pesar de ser uno de los grupos revelación del momento y una promesa de futuro, siguen teniendo los pies en la tierra (de hecho, Víctor vive tanto la música que en varios momentos tuvo todo el cuerpo el suelo). Creen en lo que hacen y buscan la forma de transmitir esa sensación.
Y para terminar, un último regalo, una última sorpresa: una versión muy personal de “Tomorrow never knows” de los Beatles que dejó claro que estos chicos se atreven con todo. Rufus T Firefly sabe que la suerte no es una opción pero, paradójicamente, ellos fueron la opción perfecta para pasar una noche brillando bajo sus delirios de rock y energía.
Autor: Marta Asensio