Nuestra vida es la historia de una obsolescencia programada, ellos nos lo descubrieron hace ya algún tiempo. Durante muchos meses hemos sido el altavoz de sus canciones, hemos chillado nuestra historia de amor, conocerles nos ha destapado la caja de Pandora emocional y ha brillado con luz propia al son de su música.
Por fin el día en que se enfrentaban al astro rey había llegado. La Sala El Sol acogía a Victor, profesional de las almas perdidas, de las letras oscuras y de las melodías contundentes, a las bellas dueñas de los graves, y a los chicos de los sonidos inventados. Juntos iban a engullir el sol.
En una luminosa prueba de sonido con olor a mandarina nos sobrecogía la certeza de que todo lo que iba a acontecer nos haría enmudecer. Su espectáculo no había dado comienzo aún, pero nuestras emociones ya estaban desbordadas.
Con la tranquilidad aparente de salir al escenario una vez más tomaban sus puestos, listos para que la cuenta atrás de la noche especial terminara con el inicio de los primeros acordes. No hacían falta grandes demostraciones, tal vez porque lo que siempre han llevado por bandera es que creen en la música que no se vende ni se compra sino que nace desde el interior de los músicos.
Sin fragilidades ni fisuras, con esos temas que nos han enamorado, escuchábamos atónitos mientras la sensación de que esas letras que tan bien nos sabemos quedaban aún más impresas. No pasaban desapercibidas las miradas entre ellos que revelaban; vamos a dejarlos sin sentido. Cada segundo era un salto al punto de no retorno, el universo giraba alrededor del escenario en el que tocaban, cada gesto quedaba grabado en nuestra memoria.
Nos encontraba el incendio con todas las defensas desactivadas, y ellos, hacían caso de nuestras súplicas tendiendo la mano y cediendo el micro a Dani Arias, de Pasajero, quien devolvía colaboración y abrazo escupiendo sulfuro. En realidad en ese momento ya sabíamos que éramos héroes de historias imposibles.
Nos dábamos cuenta de que su noche era nuestra noche, la de todos los que allí nos encontrábamos, que habíamos compartido victoria, y aún nos quedaba más. Lo que una vez fue descrito como “dentro de 7.500 años” estaba sucediendo, alguna vez en alguna parte, se transformaba en aquí y ahora. Julia salía de detrás de su coraza, se plantaba frente a nosotros, con un guiño y su valentía tomaba las riendas para servirnos un canapé indigesto.
Aplastaban al elefante con su visión del mismo, dejaban claro que las comparaciones son odiosas cuando hacían suya la canción de Tame Impala. Poco quedaba ya de nuestra historia, sentíamos que nos íbamos consumiendo, y entonces nos alcanzaba el toque de magia. La canción de amor más bonita de la historia había dejado nuestros corazones sobrecogidos, pues si ya sabíamos que íbamos a morir, la mejor manera de hacerlo era con esa sonrisa de no podría estar ahora mismo en otro lugar.
Una vez alguien dijo una frase, que hoy os aplicaré vosotros Rufus T. Firefly, de magia vais sobrados.
Autor; Shara Sanchez