Afortunadamente para mí, hace tiempo que perdí la cuenta de las veces que he visto en directo a Rufus T.Firefly. Tantos han sido los formatos que sería imposible identificar los sentimientos que me llenaron en cada uno de ellos. Tantos y tantos kms me han llevado a provincias y salas recónditas, han llenado momentos de sonrisas y, para que negarlo, aflicciones, todo lo bello tiene su cara dolorosa. Por eso, empezar a describir lo que sentí el sábado, lo que sonó, lo que ocurrió, es un enorme reto. Es enfrentarme a esa sensación de “qué puedo contar que no haya dicho ya”.
Los más de mil pasos que he recorrido junto a esta banda de Aranjuez en los últimos 4 años, me han dado la visión cercana de algo maravilloso. He podido comprobar como sus discos han empezado a llenar estanterías, ocupando un espacio enorme en colecciones privadas y como su música se ha extendido de Aranjuez al mundo. Los Rufus han escalado con uñas y dientes ese difícil ascenso que les ha llevado hasta su posición actual. No voy a negar que he llorado lágrimas amargas al ver como Sara y Alberto se quedaban en el camino. La música no es fácil, las relaciones personales mucho menos.
El sábado, al ver como un Ocho y Medio lleno hasta los topes, veneraba extasiado a esta banda, creo hablar en nombre de muchos al decir que sentimos una punzada de orgullo. Al final resulta que no éramos los únicos, había muchos más que sentían la necesidad imperiosa de disfrutar de la calidad. Todos nosotros, los de antes, los de ahora, nos hemos convertido sin saberlo en los guerreros de su lucha. Ellos nos dan las armas más bellas en forma de música y por eso alzaremos nuestros brazos en una declaración de intenciones para gritar: volaremos en el Halcón hasta que caiga el Imperio.
Nueve, Magnolia y un pequeño reducto de Ø en forma de incendio, nos hicieron cantar, nos hicieron volver a soñar y olvidar todo lo que no fuera música. Aunque para ser sinceros el viaje más intenso de la noche nos lo proporcionó el chute de LSD que nos regalaron versionando el origen de la música actual, los Beatles.
Como dijo Alice Wonder cuando salió al escenario a acompañar a Víctor y a Julia, y si esta canción fuera infinita… INFINITA. Ojalá querida y talentosa Alice, este concierto lo hubiera sido.
Autor; Shara Sánchez
Fotos; JTJ