Ya no voy a rectificar,
No quiero hacer historia.
Ni fingiré lo que no soy ni volveré a equivocarme.
Nueve es el talismán que ha consagrado a una banda que caminaba, llena de luz, entre las tinieblas. Nueve son los años que juntos llevan haciendo lo que les gusta, sin contemplaciones, con más o menos suerte, pero siempre con las mismas ganas. Nueve se vestía el sábado con sus mejores galas, salía a darse una vuelta por Madrid y, casi sin darse cuenta, se merendaba su coherencia caótica.
Mirases donde mirases, la Caracol reflejaba Rufus, no cabía ni una sola persona más, las ganas estaban a flor de piel. Solo quedaba esperar para disfrutar. Íbamos a ciegas, esta vez no habíamos tenido tiempo de charlas previas, no habíamos presenciado la prueba de sonido, llevábamos puesta la venda en los ojos, pero mientras aguardábamos ya tarareábamos sus punzantes letras. Está claro que si en este disco han desnudado su alma también han mostrado sus armas. Han sido capaces de deshacerse de lo que les ha dañado a base de inteligencia y clase. Por eso cuando salían a escena se les veía más bellos que nunca, demostrando con sus sonrisas pletóricas que el lastre ha quedado atrás.
Sin lugar para pausas, su imponente set list empezaba a correr y con él la magia que son capaces de desplegar. Puede que la semana previa los nervios les hicieran caminar por el techo, pero a la hora de dar la cara ante los que creen en ellos, no hubo ni un titubeo. Con tacto descontrolado se dejaron llevar sobre la nube de emociones que viajaba entre sus almas y las nuestras. Nos regalaron nuestros temas favoritos, parecíamos eternos, proyectábamos con nuestra sombra un galimatías de sentimientos a todo color y desgastábamos todos nuestros deseos siendo el enemigo espalda con espalda con Manu Cabezalí. La imponente voz de Zahara se hacía infinita junto a Victor y los superpoderes de Martí Perarnau demostraban que no podía haber elegido mejor tema para subir con Rufus al escenario, pues es bien sabido que su virtud de no callarse le ha valido el título de problemático. Los amigos de los Rufus también son sus admiradores.
No os hemos hablado de Jul, de Sara, de Charlie, de Vic o de Albert tal como les vimos, os hemos hablado de ellos tal como les sentimos: son uno solo y sentenciaron que están por encima de todo lo que merecidamente por fin, les ha llegado. Lo único que nos sale decir después de tanto tiempo viéndoles trabajar y no llegar es ¡Ya era hora, coño!
Nos creíamos más fuertes que lo inevitable…
Y por un momento, lo fuimos.
Autor; Shara Sánchez