Botines negros, vaqueros, jersey de cuadros de inspiración más bien abuelil (de señora mayor, vamos) y armada con su guitarra, Vega se subía el sábado al escenario de La Casa del Loco de Zaragoza. Venía con la intención de presentarnos a sus “Wolverines” y consiguió desde el primer momento que el público formase parte de la manada y aullase a su vera.
Empezó con “Febrero”, canción de este último trabajo. Con voz fuerte y rasgada, fue mostrando su evolución personal a través de sus temas y una búsqueda continúa de libertad y de honestidad apoyándose en sus letras y melodías.
Nos indicó amablemente que en primera fila el sonido no era tan bueno como en el resto de la sala, pero miró las caras de sus fans ansiosos y ávidos de su fuerza y su garra y concluyó sonriendo: “Pero los de primera fila no os vais a mover…”. No, no nos movimos y no lo hubiésemos hecho ni aunque una manda de lobos con jerséis tejidos por sus abuelas nos hubiesen atacado.
En otros temas, como “El funeral”, su voz grave se acompañó del teclado, mostrándonos que no solo toca la guitarra (la eléctrica y la normalita), sino que también es capaz de arrancar hermosos acordes con cada tecla. E incluso en otros, como “Que no te pese”, utilizó un ukelele (ya sabéis, la guitarrica esa pequeña y adorable que está de moda ahora) para darle ritmo y ambiente a la sala.
Mención especial merece “Salto”, que explicó que pretende mostrar su vida diaria de escenario en escenario y está dedicada a sus fans. Así que en honor de éstos, tuvo a bien hacer omisión de la letra al comienzo de una estrofa y dejar que fueran sus seguidores quienes la corearan con orgullo (vamos, que se equivocó, y el orgullo de los fans fue decir “¡yo me la sé y eso que no la he compuesto!”). Riendo y sonriendo Vega nos mostró la complicidad que tiene tanto con su público como con el resto de la banda que merecen un párrafo aparte (y aunque no lo merecieran, también lo escribiría porque si no esté queda muuu largo y cansino).
Kike Fuentes, además de mostrarnos su maestría a la guitarra, se encargó de los coros. César Uña canalizó la potencia y la fuerza de la banda a través de certeros golpes de baqueta (aporreando la batería pero sabiendo, no como los hacemos los mortales con los tambores de detergente). Y Arturo Ruíz nos hizo delirar con el misterio de la claridad y armonía de las notas que salían del bajo, resolvimos el enigma al darnos cuenta de que el instrumento tenía cinco cuerdas en lugar de las cuatro habituales. Como veis, es un conjunto que está muy por encima de la media.
Todo esto creó un clima idóneo para la peculiar voz de Vega; de la que por cierto aprendí que la forma más cómoda de recordar algo no son las desastrosas notas del móvil que se escriben como ellas quieren, si no que lo mejor es tatuárselo. Sus brazos presentan un colorido y original mapa que nos muestra que la cantautora lleva el rock impreso tanto en el cuerpo como en el corazón.
Hubo también un momento para agradecer a Estrella Galicia el apoyo que les dan para hacer algo que “aunque económicamente no siempre sea rentable, emocionalmente nos llena”. También dio consejos como que la mejor etapa de la vida son los 40 (no me preguntéis como lo sabe siendo que tiene treinta y cuatro y aparenta bastantes menos aun con jersey de persona de avanzada edad). Quedó claro que ella tiene el valor de ser auténtica y poca gente en el panorama musical actual puede decir lo mismo.
Cuando ya atisbamos el final del concierto, la cantante pide opinión a los ahí congregados sobre que canción quieren que toque. Inmediatamente la sala se llena de aullidos de gente exigiendo sus temas favoritos. Pero como la artista va por libre, decidió que las sugerencias “Mejor mañana” y primero de forma íntima y luego con rabia y sacando garra, nos cantó el tema que la dio a conocer.
Para acabar, hicimos coros de borrachera en “Martes”, porque nos lo pidió ella y no se le puede negar nada, no porque la Estrella Galicia hubiese corrido tanto… Y nos enamoramos de la joya de la corona del último disco “Héroes antagónicos”.
Cuando el setlist había tocado a su fin, el público no estuvo de acuerdo y nos regaló “A tientas”, un tema no previsto que terminó por convencernos de que Vega es una de esas cantantes que se crecen con el directo. Hace que salgas con la sensación de que realmente has sentido la fuerza y la emoción de sus letras y que si ella lo pide, sacamos garra y nos convertimos en lobeznos. Anoche quedó claro que Zaragoza siempre estará dispuesta a jugar a los lobos con Vega.
Autor: Marta Asensio