Para nosotros el Sonorama Ribera es más que un festival. Solemos ir y salir encantados habiendo disfrutado de todo, pero sobre todo de la música. En su pasada edición el cartel era inmejorable, grupos para todos los gustos se pasearon por Aranda entre vinos, risas y disfrute de los que allí nos congregábamos. No esperábamos menos de esta edición.
Las primeras confirmaciones llegaban junto con la salida al mercado de los abonos a precios más bajos y agotaban, victoriosos, toda la tirada. Este Sonorama prometía hacernos olvidar el pasado y esas confirmaciones entre las que se encontraban la mayoría de los grupos que salían en las porras nos sabían a poco. El cartel se iba confeccionando a base de un amplio abanico, pero sentíamos que nos seguía faltando mucho para sentirlo como otros años. El bombazo no se hacía esperar, y confirmaban a Raphael. La polémica estaba asegurada, prácticamente España se dividía en dos; los que quieren a Raphael en el Sonorama y los que no. Hasta el telediario sacaba en su sección de cultura al festival. Para nosotros Raphael es más un artista de los especiales de Nochevieja que de un festival de verano, y mucho menos del Sonorama, que ha tenido siempre la calidad musical por bandera, por lo tanto no nos hacía demasiada gracia.
Continuaban las confirmaciones, y esa mecha que nos había hecho explotar de alegría otros años no llegaba. A pesar de que grandes grupos componían el cartel, sentíamos que nos faltaba esa banda que no participase en otros festivales, alguien que fuese difícil de ver y que nos hiciese pensar; merece la pena viajar a Aranda. A pesar de todo, con nuestro alojamiento reservado y los abonos metidos en la maleta festivalera, nos manteníamos en la lista de asistentes.
Cuando nos anunciaban una última sorpresa, nunca nos hubiésemos podido imaginar algo como lo que anunció Virginia Díaz en su programa de Radio ayer. Los Planetas ponían el broche de oro al ecléctico cartel. Grito de alegría y entonces todo cambiaba. El grupo de Granada solo tenía una fecha confirmada hasta el momento, y en Santiago. Esa era la excusa que necesitábamos para volver a tener fe en la elección de la música que compone los tres días que vivimos en Aranda una vez al año.
Sonorama es música, risas, vino, polvo, cansancio… tantas cosas que necesitaríamos demasiado para contarlo, por eso preferimos invitar a todos aquellos que no lo conocen a que se pasen por Aranda, a mojarse en la Plaza, a disfrutar en el recinto, a cenar algo sentados en un rincón mientras suena la música. Porque Sonorama es un festival para vivirlo.