Sábado noche en Madrid. Las calles atestadas de gente deambulando de un lado a otro sin rumbo fijo y nosotros, sin embargo, directos a nuestra cita desafiando la lluvia y el frío. Cita con la memoria, con el presente y el pasado, con algo a lo que no queremos renunciar nunca: la música de The New Raemon. Hace tiempo que dejamos de grabar las muescas que contaban los conciertos de Ramón a los que hemos asistido, simplemente dejábamos que nuestras citas con él, sucedieran. Mágicas, llenas de momentos irremplazables y únicos.
Ramón y su banda no tardaban en hacer aparición en el escenario del Ocho y Medio y, con miradas cómplices llenas de palabras no dichas, comenzaban su show. Impecables, como un engranaje que nunca falla. Todos los años que llevan tocando juntos, entrelazando idas y venidas musicales, pueden palparse desde esas agradecidas primeras filas. La Cafetera marcaba el inicio y así, rápido, para que nadie osara volver a pedirla en la toda la noche, dejaba que cayera a plomo sobre nosotros. Parapetado tras su gorra y apurando los minutos con más música que palabras nos dedicaba alguna sonrisa entre acordes.
Advertidos como estábamos de que nuestro próximo encuentro madrileño con Ramón tardará en llegar lo mismo que su disco nuevo, dejamos que se incendiaran nuestros sentimientos para aplaudir y cantar con la intensidad que la fecha requería. 22 canciones nos deleitaron. Una hora y media en la que tuvimos para nosotros una banda entregada al máximo, con la colaboración de Charlie Bautista que hizo gala de su maestría musical a la guitarra mientras acompañaba en un par de canciones a Ramón y los suyos.
También hubo un hueco en este repaso para las canciones que comparte con McEnroe y que, aunque recientes, han logrado calar hondo por su derroche de talento. Nos gusta pensar que Lezón escuchó la parte de los aplausos que le corresponden. No vayáis a pensar que estas 22 canciones saciaron las ansias de los asistentes, como en todos los conciertos de The New Raemon el turno no atendido de ruegos y peticiones improvisado, pero sin atención, tuvo su momento de protagonismo.
Puntualísimo, colocaba la última de las guitarras que había usado durante la noche en su correspondiente pie y se abrazaba con sus músicos. Nos miraba y nos decía adiós alzando la mano. Ciao Ramón, nos vemos pronto. Tan pronto como quieras volver a incendiarnos con tu memoria, con lo nuevo o con lo de siempre, porque si hay algo que tenemos más que claro es que con lecciones de música de esta categoría, siempre estaremos a tus pies.
Autor; Shara Sánchez
Fotos; Toe