Después de cada concierto de Shuarma, donde rock, energía y sensibilidad se unen para darnos uno de los shows mas personales que podemos disfrutar en nuestro panorama musical, una sensación de paz me penetra por la piel al repasar lo vivido y al recordar la mirada transparente y limpia del barcelonés encima del escenario.
A las 21.15h apareció Shuarma, ya con el pelo mas largo, en el precioso Teatro García Lorca de Getafe. Acompañado solamente al bajo por Julio Cascán, era el momento de presentarnos Grietas….en la casa abandonada que es la revisión acústica de su último trabajo Grietas. En un escenario limpio, sin aderezos, salvo dos alfombras a los pies de cada músico, toda la atencion se centraba en el músico.
Con Tú y Lo que queramos creernos daba comienzo una noche donde no existieron las distancias entre publico y músico, donde pudimos disfrutar de un Shuarma con energías renovadas y en un punto personal y vital diferente, según el mismo confirmó durante el show. La calida voz ocupaba toda la sala, bajo el sonido limpio de bajo y guitarra y ganando aun mas presencia dentro del formato acústico que tanto favorece al músico. Con Solo continuaba la noche donde quedó claro que el formato acústico no tiene porque dejar de ser enérgico o apasionado en su puesta en escena. Se sucedieron los temas dentro de un ambiente de cercanía y serenidad y con La única opción, Despierta o Te esperare se va vertebrando un concierto en el que Shuarma está cómodo y saca su vena mas habladora sobre las tablas.
Como muchos otros, el músico catalán siente ya un hartazgo por la situación actual y negativa de esta crisis que nos debora y piensa que es el momento de cambiar el discurso de la queja continua por el del impulso del “vamos adelante” y confirmando así que se encuentra en otro momento muy diferente al que forjó su ultimo trabajo Grietas. Fueron muchos los momentos de la noche para reseñar como cuando entró a comentar el popular programa de televisión que en la actualidad La voz y sobre alguno de sus coach como Melendi o David Bisbal pero quizás, el momento mas destacado por sorprendente, fue la revelación de la admiración que siente por el arte que tiene Isabel Pantoja al mover su bata de cola y que utilizó para presentar su tema mas folclórico a la voz de Julio de “Vamos Isabel” que arrancó la carcajada de los presentes.
Hubo tiempo para recordar trabajos pasados con temas como Otra ráfaga de luz y de épocas pasadas como Somos nubes blancas o Que yo no lo sabía que sonaron limpias y directas en su revisión en acústico. Con el single que presentó su nuevo disco, Llueven piedras y reivindicando la importancia de la cultura de este país, se llegó al primer bis de la noche. Aceptando el guante que se le lanzó desde el público para que cantase sin micro y desde el borde del escenario, comenzó la última parte del concierto regalándonos el mejor momento de la noche. Shuarma demostró que El tiempo se puede parar y que se paró, por un momento, en el teatro F. García Lorca donde una sensación de eternidad nos asomó a la belleza de un instante infinito durante los cuatro minutos que duró la canción.
Nos dejamos en el tintero para la próxima crónica su anécdota con Pau Dones y la confusión sufrida con el cantante de Circodelia para centrarnos en el último tema de la noche que nació de la apuesta y propuesta arriesgada que supuso Bushido. Con La Felicidad nos despedimos de una noche que tardaremos mucho en olvidar y donde se demostró que el formato acústico no está reñido con la energía y el buen rock.
Texto y Foto: Victor López