Vetusta Morla había anunciado su Final de gira acompañado de la OSRM en tres formatos dentro de un solo concierto. Nos tenían completamente intrigados sobre cómo iban a realizar semejante hazaña saliendo victoriosos de ella.
Era nuestro cuarto concierto de esta gira de Mapas, que a tantos lugares ha llegado, y sin duda el listón que había impuesto el grupo estaba bastante alto. Quizá la elección del Circo Price, un lugar lleno de magia, podía darnos una pista de que el pase de la tarde, al que asistiríamos, iba a ser un auténtico espectáculo en letras de neón. Como dice la letra de Sálvese quien pueda, puedo arrasar.
Y así, entre moquetas y cortinajes, rojos y negros, con un escenario modificado para colocar a los miembros de la sinfónica en altura y a los de Tres Cantos a pie de sus fans, salían a escena Guille Galván y Pucho, armados respectivamente con una guitarra y su voz, para comenzar cantando bajo la atenta mirada de todos los presentes Pequeño Desastre Animal, en formato acústico. Con respiración contenida, niños incluidos, todos comprobábamos como comenzaba la magia del Circo.
Los cinco primeros temas, entre los que estaban Los Buenos, Autocrítica, Al Respirar y Mapas se extendían en el mismo formato. Otorgando a la luz blanca que alumbraba a los miembros de la banda, y al sonido que brotaba de sus instrumentos, una simpleza que, bajo ningún concepto, tienen sus canciones.
Se retiraban los Vetusta para dejar entrar a los miembros de la Orquesta, que uno a uno, y con una sincronía perfecta ocupaban sus puestos delante de sus respectivos instrumentos. Comenzaba el plato fuerte del Show.
Escudo Humano era la primera en transformarse en un deleite de instrumentos adornados con la voz de Pucho. Parecía que es espectáculo se había trasladado a un cuento. Difícil expresar con palabras una apuesta que quedaba tan perfecta.
Maldita dulzura la suya, la nuestra, y la de la Sinfónica murciana, que hacía mucho más especial un tema que nos emociona con cada acorde. Respirando poco a poco, para no hacer ruido en medio de tanta armonía, llegaba el Himno por excelencia de Vetusta, los canales de Copenhague se materializaban entre nosotros. Por un despiste Pucho llegaba al micro corriendo para empezar el tema, el corría nunca le enseñaron a andar… fue más gráfico que nunca.
Virginia, directora de la Orquesta describió los acordes que no entran en las partituras de Saharabbey Road, como ruido musical, y así nos lo contaban. Nadie pudo quedarse ya callado y sentado… había llegado la hora de corear con ellos. Dos temas después despedían a la Sinfónica. Un video nos contaba detalladamente el número de conciertos, espectadores, twitter, botellas de agua, cervezas, y cada detalle de la gira de forma numérica.
Quedaban las cuatro últimas canciones de nuestro pase. Llegaba la hora de imprimir electricidad sobre la piel… Llegaba el momento de hacernos grandes, sin entender cómo y porque, y valientes, puesto que ser valiente, no es solo cuestión de suerte. Armados con el Bidón que ha cobrado vida propia, teniendo hasta una cuenta de Twitter, nos acompañaba el hombre del saco y una versión súper extendida de la Cuadratura del círculo, que terminaba con apoteosis final.
No se querían despedir los de Tres Cantos, después de 107 conciertos que han compuesto Mapas, sin reconocer el trabajo de todos y cada uno de aquellos miembros de su equipo que están tras el telón. Y volvían a ilustrarlo con un video.
Aplausos y un hasta luego. Un fin de gira con todas las letras y con la sensación de haber estado sin duda en uno de los mejores directos de este disco.
No quiero cerrar esta crónica sin decir, Disculpad mi Osadía, por intentar poner en un papel lo que sin duda ha de recorrerte.
Gracias Vetusta Morla.