A nadie le sonará raro si decirnos que Un día en el mundo hace ya tiempo que dejó de ser un disco de Vetusta Morla para convertirse en parte de nuestra historia personal. Nos sirvió de banda sonora, llenando momentos decisivos y nos hizo acompañar a esos seis músicos que lo interpretaban a través de escenarios de todos los tamaños. Les vimos crecer, trazar un plan a base de Mapas para quedarse en nuestras vidas, pero sobre todo les vimos enraizarse para siempre en lo más alto de las listas. Seguro que más de uno, como nosotros, piensa que sin Vetusta Morla su vida no sería lo mismo. Ellos llegaron en un momento decisivo y nos dotaron de la valentía necesaria para viajar en nuestros sueños, para salvarnos de nosotros mismos y sobre todo para darnos cuenta que las cosas se podían hacer de otra forma. Hasta ese momento no habíamos podido ni imaginarlo.
El 30 de diciembre de 2018 nos proponían una nueva fecha para instalar en el imaginario colectivo. Volvían, los seis, a mirarnos directamente al alma para vivir lo que describían como otro día en el mundo. Celebrábamos, a unas horas del fin de año, todos los éxitos y andanzas acumuladas en este tiempo acompañándoles en una noche irrepetible. Una vez más las canciones de ese disco de portada naif se volvían a presentar como las protagonistas, demostrando que tras cumplir diez años se encuentran más vigentes que nunca.
Recreando el que se convirtió en su vídeo viral, salían al escenario del Wizink Center tocando Un día en mundo mientras la cámara les captaba igual que lo hiciera en ese corto recorrido entre un piso de Callao y el fórum de Fnac. Comenzaba la noche, comenzaban los festejos y los protagonistas éramos todos los que queríamos ser parte de ese nuevo día.
Los doce cortes de ese primer trabajo de los madrileños dieron para mucha emoción y es que no llegaron solos, lo hacían acompañados de otros hermanos de repertorio en aquellos lejanos días de directos. Días en los que Vetusta Morla eran un grupo de amigos que salían de su local de ensayo cargando ellos mismos sus propios instrumentos. Entre tantos recuerdos, vídeos de memorias y añoranzas, no podían faltar los amigos que les han acompañado en este largo camino y obviamente llamaban al escenario a Jairo Zavala, Depedro, para que les acompañase una vez más en un momento lleno de dulzura cantando su ranchera. Tras él, todo el equipo en las sombras, tan importante como ellos mismos, tenía su momento sobre las tablas que culminaba con el Amor Valiente. Xoel López cantaba la primera estrofa y uno por uno, bajo los focos que transformaban el enorme escenario en algo íntimo y reducido, iban tomando el testigo para completar la canción pulverizando así nuestra entereza.
De ahí a desatar la locura solo nos hizo falta los segundos del bis en los que abandonaron el escenario. Todavía no llegaba el turno de Saharabbey Road pero el público ya aclamaba el mítico “Lo Lo Lo” tan inherente a los directos de Vetusta. Con vivos, con muertos, con los que no se callan en los conciertos, con los músicos más internacionales de nuestro país, brindábamos por el año nuevo. Ojalá todos los cumpleaños sienten así de perfectos a los discos de Vetusta, porque este, nos lo guardamos en el alma.
Autor: Shara Sánchez
Fotos: Carlos Toe