Volvía a nosotros el hombre de ninguna parte y de todas. Con un disco nuevo mucho más rico en influencias y en sonidos, se subía Xoel López al escenario de la Joy Eslava con un lleno absoluto. Mirábamos hacía arriba y contemplábamos las tres plantas a rebosar, por aquí y por allí, había cientos de diminutos ojos clavados en el escenario, expectantes ante su saber hacer en la música. Todo preparado, todo a punto, genios de los sonidos detrás de la mesa, genios de los sonidos acompañando a Xoel en esta nueva aventura. Con un plan perfecto trazado y después de que Pichurra nos hubiese hecho un grandiosa síntesis de la carrera del gallego en forma de canciones, llegaba el momento esperado.
Durante los primeros minutos, banda y público, conteníamos el aliento. Lola saltaba divertida sobre una tabla, reproduciendo a la perfección los ecos que nos tele transportaban a un viaje de ensueño a la Patagonia. El miedo a que esos pequeños matices, que en el disco imprimen carácter, se perdiesen en el directo quedaba disipado desde el primer momento. La banda que Xoel ha elegido dejaba claro que no están ahí al azar, todos ellos han sido cuidadosamente elegidos por la manera exquisita de hacer de sus manos una fuente inagotable de música. Los que solo querían que les llevaran a bailar, lo conseguían. Los que buscábamos mucho más, también lo hallábamos. Sacaba Xoel tantos sentimientos a relucir que el corazón parecía salirse de nuestro pecho de emoción. La luz entraba a raudales a través de todas las grietas individuales, la luz se colaba en la sala madrileña con el único fin de que todos fuésemos al unísono de la calmada voz del artista.
Saldaba deudas del pasado, poniendo en escena su idioma natal adornado entre los gritos de Galicia Calidade. Cuando todos parecían haber llegado al trance absoluto y el sudor cubría las frentes de los presentes, echaba la vista al pasado, recuperando aquello a lo que dijo que no volvería. Lola sonriente, con su cabello al aire como cientos de caracoles desatados, demostraba que su presencia en la banda aporta un magnifico repertorio de murmullos que enriquecen cada una de las canciones. Si me preguntan, puedo afirmar que hubo algunos segundos en los que nos hicieron volar. Consiguieron transmitir, emocionar, parar los males de todos los que allí nos encontrábamos. Dieron a la música su verdadero significado; el antídoto que salva a las almas de lo mundanal. Sin duda, lo que merecíamos.
Así se fue, ya se marchó. Terminó, pero afortunadamente, sabemos que él volverá.
Autor; Shara Sánchez.
Fotos; Toe.